jueves, 26 de diciembre de 2019

Navidad 2019

Nunca te culpes
por haber amado.
Por haber confiado.
Por haber ayudado.
Nunca te culpes
por creer
en la bondad humana,
en la amistad verdadera,
en el amor eterno.

Estamos en el mundo
para perder y ganar.

Felices fiestas :)

miércoles, 18 de diciembre de 2019

Viaje a Úbeda

Ya había visitado la ciudad algunos años atrás. Sin embargo, debe ser que la compañía de entonces merecería el olvido o el paso a mejor vida, según le preguntáramos a una o a otra parte, por lo que la ciudad quedó sepultada en las mismas células grises que el acompañamiento, y  tal vez por eso he descubierto de nuevo con otros ojos y otra compañía una tierra que es de por sí misma inolvidable.

Cuando llegamos una niebla espesa nos recibió con los brazos abiertos al punto de dejarnos casi ciegas. Ya intuíamos que la tarde se abriría en luz, pero por lo pronto no nos permitía perdernos entre sus cerros sin peligro de muerte como al bueno de Alvar Fánez, alias el mozo de quien se dice que pacientemente esperaba al rey  Santo, Fernando III pero este no llegaba nunca, y claro ¿cuándo llegó?  pues en el momento más inoportuno, justo cuando el joven acababa de conocer el amor y ante la orden de reunirse con él o con su recien enamorada, no dudó, y de todos es sabido que a los reyes no se les hace esperar...

-¿De donde vienes  a  estas horas, de hacer qué y con quién?-preguntó su majestad.
-Pues de por ahí...de dónde voy a venir. De andar por los Cerros de Úbeda, respondió Alvar.

La niebla nos impidió caminar la tierra roja de los campos de olivos, pero no que recorriéramos la ciudad con guía incluida. Sacra se llama la susodicha y es muy divertida lo que ayuda bastante a retener tantísima información como nos ofreció del lugar y sus gentes, de modo que gracias a ella conocimos a Francisco de los Cobos y a su sobrino Vázquez de Molina a quienes agradecimos infinito que aflojaran el bolsillo para que Andrés de Vandelvira dejara caer su pañuelo sobre nuestras cabezas tanto en el palacio renacentista, como en el Hospital de Santiago o la Capilla del Salvador del Mundo. Vandelvira se respira en cada rincón de Úbeda y a ello la ciudad y quienes la visitamos debemos agradecerselo de corazón no solo a los señores antes mencionados sino también a sus siete hijos, los cuales no le permitían el lujo de no trabajar a destajo en la ciudad.

Muy recomendable por calidad/precio el hotel donde nos alojamos, "La Casas del Cónsul", aunque nuestra primera opción fuera "El Palacio de Úbeda". No pudo ser para dormir pero si visitamos el Spa. El masaje que incluía la tarifa fue estupendo, casi tanto como el recorrido por el agua.

El tapeo por la zona es habitual. Se come muy bien  y a precios razonables. Cada consumición incluye la tapa, incluso si ya están servidas las raciones.


Entre "Misa de doce", "Antique" y "La Tintorería" nos prendamos del tomate rico y el revuelto de gambas y pulpo de la primera, el paté de perdiz de la segunda y los ochios de morcilla de la tintorería. Para el bailoteo  final, "Juana, la Beltraneja" que nos sorprendió por el fuego de leña en el salón y la decoración  almodovariana entre dos ambientes que no se mezclaban nunca como el agua y el aceite de la zona.

Por la mañana del domingo compramos algo de cerámica, el imán para la nevera  y por supuesto, aceite de primera prensada sin filtrar. Me impresionó el esfuerzo del mercado para hacer atractivos sus aceites a través de envases y envoltorios sumamente originales y la variedad de productos que se derivan del olivo, incluido él mismo.

Ha sido un viaje corto pero intenso. No es por nada que tanto Úbeda como Baeza sean Ciudades Patrimonio de la Humanidad y que, curiosamente,  dependen la una de la otra para continuar con el reconocimiento de la Unesco. Están condenadas a entenderse a pesar de sus diferencias y los motes que se dedican, algo que sucede entre todos los pueblos hermanos.


lunes, 9 de diciembre de 2019

¿Qué es eso...?

Andrés tiene un jardín magnifico. Su casa es preciosa gracias a ese jardín. Allí jugué  de niña en muchas ocasiones con sus hijos y mis hermanos persiguiéndonos alrededor del brocal del pozo y escalando las tapias bajas que daban al otro lado de la calle.

Andrés es el padre de mi amigo Paco. Andrés debe tener cerca de  noventa años y, aunque su cabeza es muy lúcida y no representa los años que tiene, alguna que otra vez su mente se queda como en pausa.

Ayer por la mañana, ambos estaban sentados en los sillones de mimbre del jardín. El hijo leía el periódico y Andrés tomaba el sol, entonces el padre le preguntó:

-Hijo, qué es eso que está al otro lado de la fuente?

-El rosal, papá, dijo Paco, sorprendido, levantando la vista del diario.

Al cabo de diez minutos, Andrés volvió a preguntar:

- ¿Hijo, qué es eso que hay al otro lado de la fuente?

-Papá, ya te lo he dicho antes, es el rosal. Y continuó con su lectura.

No trascurrieron cinco minutos cuando Andrés volvió a la carga.

-¿Hijo, qué es eso que hay enfrente, al otro lado de la fuente?

-¡Papá! -dijo Paco-  ¡ya está bien! ¿No piensas dejarme leer tranquilamente el periódico, verdad? Es el rosal, te lo he dicho antes, y además lo sabes de sobra. ¡Basta ya!

No pasaron dos  minutos cuando Andrés comenzó de nuevo a hablar.

-No te acordarás, hijo, porque tú eras muy pequeño, dijo. Te gustaba escalar hasta mis rodillas y hacerme mil preguntas. Casi siempre las mismas y yo te respondía siempre.

-¿Qué es eso, papá? y yo contestaba veinte veces cada tarde: el rosal, hijo, el rosal de mamá; La fuente, hijo, la fuente azul de la pared; la ventana, hijo, la ventana del salón; la persiana, hijo, la persiana verde de la ventana del salón; el grifo, hijo, el grifo de la fuente azul de la pared...y así ad infinitum.

¿Lo recuerdas...?




lunes, 2 de diciembre de 2019

Hay que ver Rita...

Salimos a comprar cromos aunque llovía. A ellos que cuando no les interesa algo se oponen con los argumentos más espurios no tuvieron ningún reparo en la lluvia como en otras ocasiones. El motivo lo merecía, las excusas son para otros temas sin importancia. Los tres caminamos muy cómodos debajo de un paraguas minúsculo mientras la lluvia arreciaba. Cuando llegamos, el quiosco estaba cerrado. Su gozo en un pozo y yo contenta porque tendríamos que volver a casa y dejar de mojarnos los pies, pero no, que estuviera cerrado no los desanimó,  no fue impedimento para que recorriéramos el más de kilómetro y medio que nos separaba de la tienda de Rita, donde algunas veces compramos chuches y cabía la posibilidad de encontrar los dichosos cromos. Tampoco allí los había. La mala suerte nos perseguía. Sin embargo, Rita nos dio conversación un largo rato . Ella también es fan de "La Guerra de la Galaxias", y hay tanto que hablar de eso! Cuando salimos de la tienda ya era de noche y nos encaminamos a casa a toda velocidad mientras yo gruñía como un gorrino jabalí por la tarde que me estaban dando y ellos se partían el pecho a mi costa.

-Tita, qué le pasa a Rita en la cara? preguntó Laura cuando se hizo un silencio.

-Nada, solo es una cicatriz que le cruza la mejilla derecha. Fue en un accidente, sabes? Rita es una de mis heroínas preferidas. Hace muchos años hubo un incendio en la casa de al lado de su tienda y Rita trató de ayudar a sus vecinas a salir de la casa. Eran muy mayores y tuvo muchas dificultades para arrastrarlas a la calle sanas y salvas, pero lo consiguió. Cuando ya se encontraban fuera una de ellas se lamentaba por los animales que quedaron atrapados en el corral y Rita no se lo pensó dos veces y entró a salvarlos. Llevaba una toalla en la cara para no respirar el humo terrible, pero algunos  cristales de la cristalera del patio estallaron por el calor y uno de los pedazos le rozó la parte del rostro que  no llevaba cubierta con la toalla, y esa es la señal que te ha llamado tanto la atención, Lauri.

-¿Y salvó a las gallinas? Sí, fue un poco temeraria pero escaparon del fuego.

Laura estaba tan admirada de la valentía de la vendedora que exclamó:

-¡Hay que ver Rita! ¡Qué mujer más buenorra, verdad?


Bueeeeeno!  Tal vez el adjetivo "buenorra"  no es el más indicado en este caso, pero sí que fue valiente nuestra amiga, les dije mientras intentaba contener la risa.

Creo que necesitamos con urgencia una clase sobre  la adecuación de los adjetivos...

lunes, 25 de noviembre de 2019

EEC19 Dia contra la violencia sobre las mujeres

Lo bueno de haber vivido tiempos interesantes es que recuerdas varias formas de vida en poco espacio. Por aquel entonces tendría yo unos doce años, era el día de los Inocentes y acompañaba a mi madre a un duelo. La muerte era entonces una ocasión para reunirse y reencontrarse con los amigos que no se veían desde hacía tiempo, como ahora. Si la edad del finado era provecta, la tertulia se desarrollaba a sus expensas, quiero decir que la tristeza no se apoderaba del ánimo como en las otras ocasiones. Las normas sociales eran muy claras para todo el mundo. Se sabía qué decir, cuándo hacerlo, de qué modo, dónde situarse... La espontaneidad se dejaba ver cuando las reglas se daban por cumplidas porque no se puede poner puertas al campo por más que se coloquen rejas en las cabezas. Entonces la costumbre señalaba que  las mujeres se apiñaran en  una habitación y los hombres pudieran pasar  la velada en el patio (rara era la casa que no disponía de uno) si el tiempo acompañaba  o en otra habitación en los meses de invierno.

Era Navidad, y allí estaba yo, muda porque no sabía muy  bien que se esperaba que dijera, escuchando la conversación que se entretejía por las mujeres en aquella sala de estar pequeña. He comprobado que por norma las mujeres cuando estamos juntas lo pasamos realmente bien. No es que los hombres impidan la conversación jugosa o recia, según se dé, pero si que el ambiente es distinto. Aquellas mujeres de otras épocas, a pesar de estar ya en los tiempos de la democracia mantenían las formas de la dictadura. Para según que  dichos bajaban la voz, se acomodaban las chaquetas como si recompusieran un escudo, de algún conversaban como pisando cascaras de huevo, aún así la conversación iba tomando un tono distendido y algunas reíamos bajito las ocurrencias que se presentaban. Siempre hay alguien que sabe darle un toque de sátira a lo que parece inocente. Realmente, lo estábamos pasando bien, hasta que apareció  por la puerta un alfeñique. Ramón era más pequeño que un bache. Dirían algunos que "no tenía media hostia". No representaba su corpulencia problema ninguno para una mujer de estatura y fuerza medianas. Mucho menos para la parva de mozas que ocupábamos aquella habitación.
Desde que entrara por la puerta, el tono cambió. Se podía percibir en el aíre el pensamiento general:  ¿Qué viene este a hacer aquí?
La  conversación se quedo en pausa unos instantes y se reanudo más general y menos viva. Nemesia, que así se llamaba la esposa de Ramón,  preguntó por la hora del entierro y una de las deudas le respondió que a las cuatro de la tarde. Tal fue la pregunta y tal fue la respuesta. De repente, sin que nadie se lo esperara, Ramón se dirigió hacía su esposa que estaba sentada como a dos metros de él y con la mayor saña le planto dos bofetadas con revés que hubieran volcado a un caballo. Le dijo que era tonta y que preguntaba lo que ya sabía.

El tiempo se paró.

Ninguna de las mujeres se movió del sitio mientras el alfeñique peroraba sin orden ni concierto sobre las mujeres torpes. Nemesia lloraba. La contención indignada del resto partía el aire viciado de violencia inútil. En cuanto el agresor salió por la puerta, las amigas se acercaron a comprobar que Nemesia estaba bien y la consolaron. Se produjo esa anuencia que sucede siempre que el pensamiento general es el mismo y reprueba en la misma escala la situación vivida.

Siempre me he preguntado qué impidió que todas esas mujeres se lanzaran contra el agresor y lo redujeran a un ovillo impidiendo la acción violenta.

Tal me sucedía cuando en el verano, me obligaban a ir a una de aquella escuelas rurales dirigidas por aquellas personas ruines que a pesar de llamarse maestros, lo único que hacía era molestar a los niños. Florencio era uno de ellos. El título de maestro se lo confería su brazo manco. Perdió la movilidad en un accidente de la obra y como no pudo volver al tajo abrió una escuela. Esa era toda la pedagogía que estudió. Nos hacia llamarlo D. Florencio, aunque don borrachín hubiera sido más acertado. Tenía el maestrillo cuatro hijos mayores y una niña pequeña que nació a destiempo y que no llegó a conocer a su madre. Viudo, manco y cruel ordenó a la abuela que cuidara de la cría y no permitiera que se torciera en la crianza como la madre. La abuela quería a su nieta, pero temía al hijo con motivo. A veces, cuando la niña estaba con nosotros en aquella habitación cochambrosa y el padre quería hacernos callar la acucunaba en  un rincón de la clase y se quitaba el cinturón. Todos callábamos como muertos y algunos muertos estaría menos inmóviles que nosotros.

¿Qué nos impedía parar aquella carnicería? Pues que eramos niños.  La violencia estaba tan permitida que era aceptada como necesaria porque por lo visto los hombres no se torcían, pero ¡ay, las mujeres y los niños!

Por fortuna hoy los tiempos parecen ser otros. La violencia no ha desaparecido ni lo hará de forma definitiva en mucho tiempo, pero al menos, hoy podemos decir ¡basta! Podemos y debemos decirlo. Ya no cabe la anuencia del después. Porque algo ha cambiado. Está cambiando, aunque el péndulo saqué de los baúles las antiguas banderas, las circunstancias son otras. Necesitan cuidado y perseverancia, porque la igualdad no viene de serie, pero estamos en camino. Y tenemos esperanza.
Un día este día no será necesario, mientras eso sucede habrá que nombrarlo, señalarlo, marcarlo y defenderlo.
Hoy yo quisiera hacer un especial homenaje no solo a aquellas que partieron por mano ajena, sino también a quienes no soportando más la violencia que las ahogaba lo hicieron por mano propia. Para las que no suman en ninguna estadística, como Mercedes, la esposa del falso maestro. Para ellas especialmente el recuerdo.






martes, 19 de noviembre de 2019

Se venden cosas

Por fin nuestro trabajo dio sus frutos. El semillero de tomates produjo una buena cantidad de plantas y las enterramos en el huerto después de abonar la tierra y darle un riego importante. Las trasplantamos a raiz desnuda y tardaron un poco en enraizar. Conforme iban pasando los días una incertidumbre tomó cuenta de los niños que no creían que aquellas plantas verdes sin una flor fueran tan fértiles como yo les había contado. Por fin un viernes apareció la primera flor amarilla en lo mas alto de un acodo. Fue un momento de esperanza, pero de breve esperanza porque solo había una. Como los peques no tienen el sentido del tiempo adulto, transcurrió a su parecer una eternidad o dos vidas hasta que por fin aparecieron más flores y tras algunas semanas los primeros tomates.

Nada indicaba en la apariencia de las plantas que los frutos fueran a ser los que han sido. Unos tomates enormes, rosados y exquisitos. No recordaba una cosecha igual de lustrosa y abundante. Claro con tantos tomates acabamos con los frascos de cristal que guardamos del invierno envasando tomate natural, frito, con pimientos, mermelada de tomate...y los quisimos poner a la venta.

Laura no estaba muy convencida de mis dotes de vendedora, porque afirma que regalo más que vendo y que de esa manera no nos haríamos nunca ricas, pero yo alego que al principio de cualquier negocio hay que crear una campaña de marketing y prever unas pérdidas hasta que el negocio funcione. En toda empresa hay saldos negativos hasta que se revierte el proceso. No la convencí de ninguna de las maneras. A lo que sí accedió fue a acompañarme a montar el puesto en el mercado y a elaborar el cartel que anunciara nuestros tomates.
Como la licencia de venta para mercado iba a llegar después de la temporada de verano y para entonces ya no habría producción, pensé en sacar a la calle una bonita cesta con los tomates y el cartel de "Se venden cosas" que utilizamos a veces cuando instalamos el tenderete de cuentos y poemas  con los que obsequiamos a nuestras vecinas algunas tardes. Al cartel hubo que añadirle el nuevo producto y  quedo muy chulo: "Se venden tomates" con un diseño estupendo. La vocal redonda impresa con la forma de uno de ellos. Y una pequeña apostilla a continuación del título: "Los vende mi tía".

Pero, por qué has escrito eso, Laura. Si vendemos la cesta, las ganancias las repartimos por iguales partes. Tú también eres vendedora.

-¿Pero cómo voy hacer yo eso? Qué soy una niña!!!! No tengo 18 años y es ilegal vender tomates sin licencia. Vamos a ir a la carcel!!!!

Eso no va a pasar, ¿cómo va a pasar eso? Yo pago un impuesto que me autoriza a vender los productos del campo que trabajo, no hacemos nada ilegal. Y tú me estas acompañando aquí sentada mientras vienen las compradoras. No hacemos daño a nadie. No estamos cometiendo ningún delito.

¡¡¡Qué no puedo vender tomates!!! ¡¡Qué soy menor!! No quiero ser ilegal!!!

Bueno, pues no me acompañes, ya los venderé sola, aunque mientras que estoy en la calle, puedes sentarte a mi lado, porque no conozco a nadie que pueda cuidar de ti mientras me enriquezco como el Avecrem.

Por fin, salió con una silla  y se quedo a mi lado, más bien cerca de mí, porque lo hizo como a cuarenta metros y solo después de hacerme firmar un papel escrito por ella en el que decía: "Si pasa algo toda la culpa es de mi tía".

Cada vez que  alguien se acercaba al puesto, ella se hacía la longuís mirando para otro lado hasta que veía relucir las monedas y en cuanto se marchaba la clienta se acercaba a comprobar nuestras ganancias. Naturalmente, tuve que repartir  con ella los pocos euros que conseguimos, pero solo después de hacerle firmar un documento parecido al suyo que decía: "Si alguna vez soy rica tooooooda la culpa la tiene mi tía...", por si algún día la pilla Hacienda. -Guiño.- Fin




Existimos. Irmao Jose

Existimos.
Existen todas las criaturas salidas del hálito de la vida.
La piedra existe, la planta existe, el animal existe.
Existen almas en los diversos pasos de la evolución.
En sentido espiritual, no entanto, vivir es algo diferente de existir.
La vida es la experiencia digna de la inmortalidad.
Hay mucha gente que se extenúa perdiendo salud y posibilidades en movimiento vacio, cuando no se enredan en las tramas de la desolación, entretejiendo vidas dolorosas.
Hay mucha gente que destruye el propio cerebro, escribiendo sin provecho, cuando no expresando negación y crueldad.
Hay mucha gente que aniquila las horas, hablando de nada, cuando no utiliza el verbo para herir y enloquecer a sus semejantes, adquiriendo débitos escabrosos.
Hay mucha gente que pide esa o aquella concesión para frustrarla en actividades sin sentido, cuando no la maneja en  perjuicio de los otros, cultivando lágrimas que empleará largo tiempo para enjugar.
Todos esos agentes de inutilidad y delincuencia existen así como nosotros existimos.
Habrá que observar lo que hacemos de nosotros porque la cuna  confiere la existencia, mas la vida es obra nuestra.

martes, 29 de octubre de 2019

Cincuenta

Hace unos días cumplí 50 años. Siempre digo que soy demasiado joven para cumplir tantosaños  porque es cierto que mi cuerpo ha acompañado a la Tierra en esas cincuenta vueltas  alrededor del sol,  sin embargo, siento que  hace apenas pocos días que comencé a girar sobre mi eje, a recorrer mi órbita, a ser quietud y movimiento; a ser yo con la vida,  yo con "toma de tierra" para no perderme en los valores sin valor, para no correr en pos de caminos que conducen a lugar ninguno, para dejar de confundir la rapidez con la prisa que llega tarde,  llegue cuando llegue.

Hace unos días, alguien me ofreció compartir unos décimos de lotería para ver si teníamos suerte. Los compré, es cierto, pero no porque tenga esperanza en que resulten premiados, porque yo la suerte la quiero para otras cosas, cosas que pasan en días como hoy. Hoy he tenido un accidente y me he cercenado el pulgar de la mano izquierda. Por suerte, se ha podido reimplantar. Todo ha sucedido en un instante del que sufro una amnesia bondadosa. Yo que aprendí a escribir con la mano izquierda siendo diestra por si alguna vez lo necesitaba no sé si volveré a escribir con ella, ni si podré usarla como hasta esta mañana.  Sin embargo, sé que he tenido esa clase de suerte que espero yo que no creo en el azar.

jueves, 24 de octubre de 2019

24 de octubre 2019

Gracias al ir y venir de las olas, el mar no se convierte en un pantano. Los días que pueblan la vida tampoco dejan en su ir y venir nuevos, que la vida hieda entre la tragedia de ayer y la desesperanza de mañana.
Hoy ha transcurrido como todos los días de 24 horas, aunque con la impresión de que la mañana ha sido un momento esperado desde  hace muchos días idos ya. La justicia no existe, lo que creemos justicia no deja de ser la consecuencia de saltarse unas normas que incluyen en su genética el efecto de su contradicción. La justicia solo es sinónimo de reparación y aunque hoy no se ha reparado nada, el movimiento de este día es una ligera esperanza de recuperar la dignidad, no de los cuerpos en las cunetas que no la perdieron nunca, les  fue arrebatada, sino de aquellas conciencias asalvajadas a las que no les tembló la mano ni el disparo. El día en que el amor se ejerza con la misma intensidad que la violencia, la sociedad comenzará a repararse a sí misma, no habrá más balas. ¿Quién lo verá? que diría mi madre.

lunes, 21 de octubre de 2019

Laura quiere ser artista.

Cuando Laura era más chica, solía decir que ella, de mayor, quería ser peluquera y astronauta. No encontraba ningún motivo por el cual no pudiera compaginar ambos oficios, que por demás le parecían igual de importantes y de divertidos ¡Criaturica! Ayer, mientras nos deleitaba,  a la fuerza, con los primeros acordes de su guitarra recién comprada, nos traslado a su padre y a mí, su decisión de dedicarse, en el futuro, a la música en su faceta de cantante a media jornada por las mañanas,  y a la pintura y a la poesía por las tardes, eso sí, a jornada completa.

Laura, aún, tiene siete años, y como no se cansa de jugar cree que tampoco lo hará de trabajar.  Además, todavía no sabe de fracciones y eso se le nota en la distribución de los tiempos. Su hermano, que parecía estar ausente de la escena, sin levantar los ojos de la revista de superhéroes de la Marvel, dijo como quien no quiere la cosa:

-Hay que ver, Laura, has pasado de ser solvente a ser carente...

Bien, no esta mal expresado para tener nueve años.

- ¿Y, tú, Diego?- le digo, ¿sigues con la idea de ser alcalde de mayor?-, a lo que él responde:

Claro, si me vota la gente...

Qué claras tienen las ideas los niños.  Por lo menos,  saben hoy lo que quieren ser mañana. Mañana veremos que rumbo trae el viento y que dirección marca la veleta de los tiempos.

"...has pasado de ser solvente a ser carente". No es porque sean de los míos, pero es que son muy salaos, eh?



 

lunes, 9 de septiembre de 2019

EEC 19 Belleza-fealdad

La naturaleza creó toda la belleza, solo los humanos escalonamos la belleza natural para sentirnos abrumados ante su inmensidad delante de nuestra  pequeñez.  Nosotros inventamos lo feo solo  por esa incapacidad humana de entender la integridad y reducirla a tópicos manejables para nuestra  mente finita y arrogante. La fealdad es una creación del hombre que no puede dejar de clasificar y reducir el medio que le circunda para no sentirse abrumado ante ello, de modo que parcela el Todo intentando apropiarse de él, como si el mundo que no le cupiera en el bolsillo estrecho del pantalón no fuera digno de ser visto y mucho menos admirado.
La belleza y la fealdad no son espectros de ninguna realidad. La fealdad no existe, solo es la creación del hombre en su intento de discriminar y someter al propio hombre mezquino y feo.

domingo, 11 de agosto de 2019

ECC 19 Bueno/Mejor/Superior

Lo bueno es deshacer la cama juntas.
Lo mejor volverla hacer cada mañana.
Lo superior regresar a ella y reconocer
 que nos encontramos en la misma intimidad,
 que el cabecero no está a los pies,
 que no cambiamos nuestras sentidos cuando nos dijimos,
 que mudamos de sábanas sin dejarnos la piel que acariciamos,
 que no se desgastaron los cuerpos en la tierra,
 que la saliva no herrumbra,
 que no somos veletas de chapa.

Ojalá, que alguien te regale un céntimo de su tiempo sin otra intención que la de regalarte un céntimo de su tiempo.

miércoles, 7 de agosto de 2019

EEC 19 Suerte

Estaba en un punto del precipicio del que no hay retorno. Una bala de plata traspaso la piel del lobo que aullaba dentro de él. La luna lo invitaba a entrar en ella, allí abajo, como una  amante irremediable. Cerró los ojos y una mano acarició su nuca justo en el punto que le unía a un cuerpo deforme por los embates del viento. Jamás imaginó que aquella mano que paseó de niño vendría a devolverle la vida que entonces le entregara. Algunas veces, el azar, que no existe, llega con un billete de lotería premiado tres días antes, a punto de caducar, para obligarnos a decidir que clase de suerte queremos cuando el  premio siempre es hoy.

jueves, 1 de agosto de 2019

ECC 19 Manuscrito R.

Cuando Ros me propuso que nos reuniéramos uno de los días de feria para que pudiera darme en mano un manuscrito recién salido de su tinta, no puedo menos que decir que me sorprendió profundamente,  porque con Roberto  coincidí hace unos años en un taller de lectura y escritura que duro un verano y creo recordar que tomamos una cerveza una tarde de la feria de aquel mismo año. Nunca más había vuelto a saber de él hasta ese día.
 Roberto escribe maravillosamente. Durante el tiempo que duró aquel taller de escritura me fascinaron sus poemas, sus  canciones y sus relatos cortos. Siempre me quedaba con ganas de más. Yo diría que Roberto tocaba piel en cada renglón que escribía, y provocaba en mí la necesidad de continuar bebiendo de aquel agua que vertía con tanta fluidez y con tanto encanto. Creo que desde entonces me hice adicta a sus letras.
Cuando nos vimos, le pedí como pide Zenet en una de sus canciones, "que me dejara presumir de él un ratito". Y no se hizo rogar. Hablamos de muchas cosas, de lo humano más que de lo divino y creo que esa retroalimentación que a veces brota entre  los seres sin necesidad de hilos rojos, ni de artificio alguno generó una corriente de humanidad y de cariño que recompone el alma desde la serenidad y la sencillez de unos versos y un buen vino.
No puedo decir que haya leído con gusto su manuscrito, porque en realidad me lo he bebido sin dejar una gota. Hay libros que se viven. Cuando hablábamos sobre literatura y me preguntaba que busco en los libros, le respondí que lo que busco es un texto que me conmueva, que destroce las cuadernas que habito de tal modo que ya no sea posible volver a vivir como lo hacía hasta ese día. Es algo que rara vez sucede, pero doy fe de que existe y los relatos que tuve el honor de disfrutar en primera persona, me sacudieron de una manera brutal, y no es fácil removerme ya. Me conmovió profundamente su lucidez y su arte con la palabra. Lo que cuenta y como lo cuenta. Me zarandeó en muchas de mis vivencias y cuando cerré el libro,  yo concluí una etapa de mi vida. No seré nunca la misma. Lloré en muchos de los relatos. Me conmoví profundamente y  cuando terminé de leerlo, me di cuenta que a pesar del llanto no me permitieron sus palabras llorar como quienes lloran sin esperanza. Fue una demolición controlada y una reconstrucción al mismo tiempo, porque si su fuerza es brutal su cuidado es aún mayor.

Espero que lo publique y pueda compartir todo ese campo verde con quienes estamos tan necesitados de valentía y  de valor.



sábado, 13 de julio de 2019

EEC2-19

Hay cicatrices que restañan lejos del cuerpo,
que reencarnaron entre paredes y ventanas otras
 en ciudades lejanas a su primer dolor.
Hay cicatrices travestidas de un querer que no les perteneció por derecho.
Hay cicatrices de latido errático
que cierran bares y abren terrazas que dan al sur,
embocadas,
llenas de prisa que corren hacia lugar ninguno.
Hay cicatrices que se sorben de un trago en vasos de cuello estrecho y hielo amplio.
Hay cicatrices que llevan su nombre y no duelen porque ya no están vivas.
Hay cicatrices que llevan mi nombre y cierran cada amanecer.
Hay cicatrices que viven lejos y sueñan largo,
que ecóan en asonante las dos últimas sílabas de un tatuaje.
Hay cicatrices que en cueros vivos  son el látigo de un alma muerta.
Agujeros negros que lo niegan todo y no destruyen nada, porque nada dejaron que destruir.
Hay seres cuya piel no es reparable, cubierta de la escama dura del reptil.
Epidermis que no sienten la ventura del sol ni el rasguño de la roca.
Pieles que no voy a nombrar, porque lo que no se nombra deja de existir.
No existe más.
Son pieles muertas.

Hay heridas que no dejan surcos de amargura porque las alivian abrazos que lo curan todo.




Julio 2019

Estaba sentada esperando sin saber que aquello que quedaba por llegar  era solo un veneno entre las flores. Esperaba sentada en un banco gris de una de  las arteria que vertebran una ciudad cualquiera. Una mujer joven y embarazada se sentó a su lado, posó su bolso sobre la madera y se reclinó sobre su rodillas mientras cerraba los ojos, aunque sonriera
.
 Las manos no saben estar quietas, de una pieza de papel crujiente y  roja cortó un rectángulo, lo dobló por la mitad colocando los picos de los extremos hacia el centro; volvió a doblar los sobrantes y girando el rombo lo terció hacia afuera. No es fácil crear profundidades en el plano plano. Después de varias maniobras aquella pieza de papel tomó la forma cónica de un corazón que late.

 Y latía.

La mujer embarazada también esperaba a alguien. La miró, escuchó el latir del corazón  y sonrió con los ojos. Entonces la primera mujer se levantó y le regaló el primer latido de muchos:
- Es para ti, le dijo. Ahora tienes tres. Nada puede ir mal.
No, ahora tengo cuatro.- respondió, y tal y como dice Benedetti en una de sus novelas, se dieron los nombres.

lunes, 10 de junio de 2019

Se quemaron nuestras almas

Se asolaron nuestra almas  a la ribera del puente,
no supieron enlazarse ni lanzarse a la corriente.
Se paralizaron los ojos enzarzados en embrollos,
ni una sola pestaña quedo varada en su rostro.
Se sintieron nuestras manos huérfanas de golondrinas,
de ventanas, de pañuelos, de caricias a escondidas.
Se quedaron los abrazos huérfanos de brazo y tiento
que  acunaran sin saberlo la cuerda fría del tiempo.
Se cegaron nuestros ojos ciegos
del destello aquel que a nacer no dimos tiempo.
Se quedo la primavera enganchada en el envero,
se quedaron nuestras bocas
secas de dulces tequieros,
no hubo más sangre a borbotones
 subiendo por las caderas
ni latigazos de amor
que recorrieran veredas.
Se quedo nuestro deseo
deslavazado entre arenas,
dolores, picas y espuelas.
No nació para morir,
no nació para quimera,
no, nació con vocación
de nobleza y alma tierna.
No tuvo oportunidad  de crecer,
de madurar,
de vivir junto a la arena,
en aquel desierto pardo
que extendiste hacia tu diestra.
No hubo oportunidad de remedio
ni ocasión hubo  siquiera
todo rodó hacia las rocas,
los guijarros y las peñas.
Tú no lo sabes aún,
 no lo piensas ni siquiera,
pero esta luna de miel,
 vierte plomo en tu cabeza.
Será veneno en tu boca
 toda la miel palaciega
se transformara en piedra oscura,
 en dagas, lascas y cuerdas...
Y donde solo encontraste
 cales de arena y niebla
volverás a buscar sombra,
bajo la encina ya muerta
cuando dello te des cuenta.
Ella no te querrá, lo jura la luna nueva
que la ha visto en la ventana
 apuñalar sin pereza
con saña, con deslealtad,
 con fragor y con dureza.
Ese que fue su pasado,
es tu futuro y te espera.
No tiene prisa ni pasa,
sabe que todo le llega,
y yo con mis ojos rotos
de verte cruzar la puerta
con el alma en carne viva,
cuarteándola en arena.
Te quise con  alma blanca,
 inquieta por verte herida
te quise libre y sin pena,
te quise fuerte y serena.
te quise tuya y de nadie
con tu puerta verde abierta.
Libre de todo equipaje,
fuerte, animosa, altanera
y te di tiempo y cariño,
y te di sandia y pera,
y aquella noche de noviembre preferiste su cadena,
te giraste sin mirarme para que yo no te viera.
Y te vi ya encadenada a su capricho
 y veleta.

Mi libertad no se talla en eslabones de oro,
ni de ébano de Africa,
de brillantes  ni de perlas.
No necesita pregón en las calles de la aldea,
 no se esconde con el sol,
 no se vende, no se presta.
Mi libertad es el trabajo, el tesón y  la conciencia
del corazón compañero que no te baja la luna
 y  no te ofrece una estrella
solo  un cálido hueco a la espera de tu mano,
lleno de nube y de plumas,
 nido de esperanzas llenas.
Casa honesta, humilde, pobre
 para ti  toda dispuesta.
No sirvieron ni las risas
 ni las noches ni las teas,
no sirvieron las cabañas,
las canoas ni las vendas.
Tú miraste  hacia otro lado,
ya no hubo lluvia ni pena.
Te ciñó llave de oro y
tú cerraste la ventura
con media vuelta de llave,
de esperanza y de pereza.

No era autoestima, querida,

lo que su mirada alienta

sino la vanidad de quien

de sí no tiene certeza.

Tengo esperanza

Tengo esperanza en que mis amigos dejen de estar enfadados para que yo no necesite  permanecer dividida.
Tengo esperanza en que el cuento que estamos escribiendo Laura y yo prenda bien en el papel y logremos publicarlo en el periódico local.
Tengo esperanza en que cada vez que me vuelvan a "recortar la cresta" sea mi razón la que ayude a resolver el recorte y no la mente prehistórica la que saque al genio de la lámpara.
Tengo esperanza en que cuando vuelva a encontrarme con la cizaña entre el trigo, sepa distinguirla y no la  vuelva a llevar a mi mesa para que intoxique tanto.
Tengo esperanza en que  las emociones y  los sentimientos fortalecidos se consoliden sin ofenderme.
Tengo la esperanza de aprender a separar los hechos de las personas y que mi realidad sea como yo la interprete, según mi propio criterio
Tengo esperanza de que vuelvan las golondrinas al fluorescente del patio  y jugando con los cristales de la ventana, bendigan de nuevo mi casa.
Tengo esperanza.
 Espero, sigo esperando porque creo en lo que sé, porque, además de esperanza, tengo fe.

viernes, 31 de mayo de 2019

Dice mi Sole...

Dice "mi Sole" que "la nostalgia es una pena que se arrastra sin zapatos". Y ella lleva descalza dos años, arrastrando los pies por el camino duro de la ausencia. Dice que lo que más echa de menos es su voz por las mañanas, su mirada tranquila, su disponibilidad, su conversación fluida y cariñosa  y, sobretodo, su intuición.  Esa sabiduría ancestral que el TAC no reseña y que la Resonancia Magnética no identifica. Yo no sé si la intuición es un conocimiento que guarda nuestro espíritu en algún rincón de su materia gris o si solo se trata de la experiencia acumulada a lo largo de las generaciones. En su caso, lo mismo a la intuición hay que buscarla en los genes, en  las nanas de la noches,  en el cuidado y en el instinto de supervivencia por sí misma y por la prole.

A menudo, mis intuiciones son certeras, como las de la madre de mi Sole, pero a ella no le sirve mi intuición, porque lo que necesita es la confianza y la incondicionalidad del amor que la madre le ofrecía.
Ahora, ella se convertirá en su propia madre y desarrollará su propia intuición, mientras tanto continúa sintiendo la vulnerabilidad de la infancia, la sensación fría de la ausencia  y la orfandad de su mirada. La vida nunca vuelve a ser la misma cuando nuestro ombligo ya no es la referencia del hogar materno.

Me ha encantado su frase y me la repito: "La nostalgia es una pena que se arrastra sin zapatos".

jueves, 16 de mayo de 2019

Viajar

Es verdad que has recorrido el mundo varias veces, que tus pies han hollado tantos caminos del planeta que han aprendido a dejar huellas en múltiples idiomas. Claro que viajar es maravilloso y  conocer lugares diferentes y gentes distintas proporciona una patina de cultura a la mente que siempre será positiva. Todo esto es muy bueno, pero si a pesar de haber recorrido el mundo en tantas ocasiones aún no eres capaz de salir de ti mismo hacia quien te necesita al otro lado de la acera donde vives, o a quien comparte contigo mesa y mantel,  puede que lleves miles de kilómetros en tu maleta, pero no te habrás movido del sitio.

lunes, 13 de mayo de 2019

Cuenca

Titula Belén su exposición de pintura,  "Cincelando el tiempo". Yo disiento y concuerdo con ella siendo a la vez par e impar - haz y envés. El tiempo no es neutro sino formato sensible a lo material y a lo etéreo;  el garante que media entre la siembra y la flor; el que solo se deja esculpir mientras nos talla.
Si algo tienen las tintas de B. sobre el papel es el fruto del tiempo,  la talla del espíritu libre que guía la plumilla  y la retrata con la profundidad de un  horizonte que vierte desde muy hondo, que se hace luz al contacto en el papel. No solo se ve la Serranía de  Cuenca, se  la camina en la imagen sobre las dolomitas que se contemplan sencillas y simples como si así lo hubieran sido siempre y no hubieran luchado a muerte con el humedecer de  la lluvia y el mar de los siglos que han dormido y despertado en ella hasta tallarla hoy.  Las piedras hablan, como habla el barro para que los geólogos lean en ellas  las letras fósiles que ilustran qué la vida fue y cómo fue. Belén traduce la escritura de la piedra y nos la retrata con su pulso firme y honesto. No necesita adornar la lámina porque la realidad llena el espacio y es tan hermosa que no precisa más carmín. La tierra que retrata Belén perfuma el aíre con las semillas del lirio que acunan dentro la una y la otra.

Cuenca verde, que no gris ni marrón como la imaginan los mapas,  despereza la patina del tiempo y del espacio para sorprenderme gratamente entre la sementera crecida y el tomillo floreciendo bajo un cielo azul sin complejos.  Si bien arcaica y solariega, hoy es luz y mano amiga que sella en su abrazo un pacto de amistad que viene ya de otras vidas y continua hacia otro tiempo. Como si de la pieza de un puzzle se tratara, las Hoces del Huecar se han acomodado en el  espacio que desde anataño las esperaba aún sin saberlo, de su orografía madura para recomponerme un tanto más. No hay fisuras ni fallas solo el sonido del encaje.

Gracias por todo, Belén,  que el tiempo madure a la vez pluma y roca para que puedas cincelar de tu mano y compartirlos desde el  interior con quienes desde afuera vendremos a abrazarlo contigo una vez más con el gusto de retornar de adonde nunca nos fuimos.

domingo, 5 de mayo de 2019

Abandono de Lorena Pronsky

ABANDONO
A todos nos abandonaron un día.
Y cuando digo abandonar, no me refiero sólo a un acto extraordinario.
Traumático.
No.
Es más simple.
Pero duele igual.
A todos nos abandonaron en el medio de un quilombo.
En el inicio de un proyecto.
En el placer del logro cumplido.
En el momento menos pensado.
En el momento más esperado.
A veces pasa, que te das vuelta y no tenés quien te junte los mocos, quien te dé la palmada en la espalda, quien te guiñe el ojo cuando algo te salió bien y quien te limpie las rodillas cuando te fuiste al pasto.
Todos sabemos de la soledad que se siente cuando nos sentimos solos.
Porque todos fuimos abandonados un día.
Y entonces, encontramos un secreto tristísimo, un acto paliativo, para tapar ese pozo.
Vemos gente que se come la angustia tragándose un paquete de cigarrillos,
el otro que corre y corre como un loco a ver si el viento en la cara le vuela ese agujero en el pecho.
Personas que se comen las uñas junto con los nervios y la ansiedad paralizante.
Paquetes de galletitas que van a parar a la boca sin noción de que lo que se intenta matar, no es el hambre.
O por lo menos , no ese.
Pibes que se perforan la nariz y las venas, con alguna que otra cosa que lo pase a otra realidad por un par de horas.
El otro se pone a jugar lo que no tiene.
Vos comprarás compulsivamente cosas que no necesitás, para sentirte un poco vivo por un instante.
Y yo me quedaré mirando una película, que me habilita disimuladamente a llorar mirando afuera, lo que no tengo ganas de mirar adentro.
Es que somos tan jodidos con nosotros mismos que cuando peor estamos, es cuando más nos castigamos.
Porque todo eso que te comés, te come a vos.
Te pone peor.
Te suma al abandono, la culpa de hacer algo que sabés que no es genuino.
Que no es lo que querés.
No comés así por hambre.
No corrés por deporte, cuando te estás rajando de vos.
No te intoxicás por placer.
No te acostás con esa mina por amor.
Tapás.
Escondés.
Tirás abajo de la alfombra.
Cerrás los ojos.
Te ponés un bozal y un par de auriculares para no escuchar tu corazón.
Date cuenta.
Te estás comiendo a vos.
Y quizá, el secreto esté en frenar.
En sentir.
En recordar, que en ese abandono lo que te falta, es lo que tenés que buscar.
Amor.
Quizá sea hora de pedir ese abrazo.
De acostarte en las rodillas de tu mamá.
De poner la pava y llamar diciendo, sí, te juro que te necesito.
Es ahora.
Después no.
Ahora.
Andá a esa casa.
Hablá con quién te escucha.
Llorá.
Gritá.
Decí.
Vomitá.
Pedí.
Da.
Ahora.
Hacer malabares, en medio del despelote, no tiene más que un resultado despelotado. Resultado que no va a curar la herida que te sangra, porque le estás metiendo una curita.
Y las curitas no curan.
Las curitas tapan.
Y vos sabés muy bien que el dolor tapado no es dolor sanado.
Pará un poquito.
Mirá en el espejo de tu alma.
Frená.
Mirá lo que te falta y salí a buscarlo en dónde creas que lo puedas encontrar. De verdad.
No revolotees como mosca en platos vacíos.
Pedí lo que necesitás si ves que solo no podés.
Porque no hay peor abandono que el que se hace a uno mismo.
Con eso no se juega.
No tenés derecho.
Lorena Pronsky

martes, 23 de abril de 2019

A medio camino a ti.

Anhelaba otras alturas,
un horizonte más amplio,
un corazón sin zurcirdo
media docena de flores,
un café sin diluir.

Ansiaba saltar de las arcadas de la nostalgia
a la arena tibia de la soledad
del mí conmigo.

Desandad pues, pies desnudos,
el caminos de botellas rotas
al encuentro de teorías
lejanas de pan y alma, 

retroceded a mañana y suspirad.

El oxígeno se tornó pulcro añil profundo.
Cada signo se concilió con su elemento.
Sintió extranjero el tiempo perdido
en el agujero negro de la  sinrazón.
Del no haber sido.
Del no ha de ser.

Cauterizó la vida el mismo fuego
que arrasó hasta los cimientos el abrazo.

Por fin arrolló la niebla, restañó la herida.
Recompuso los escombros.
Amaneció.

Ya no yerbe el mosto en el jaraíz,
hoy es alivio en la boca.
Ya no están vacías las tinajas
sino plenas de hierba fresca recién cortada.
Ya fermentó el dolor,
y de la ruina se hizo don.

miércoles, 17 de abril de 2019

Instinto de supervivencia

Siempre he creído que escribir, pintar, tomar fotografías, crear música o cualquier otra actividad que desenfunde de lo corriente al alma que nos habita es una ocupación, además de gustosa, terapéutica. Dejar a un lado lo habitual, lo rutinario, lo seguro para adentrarse en el cerebro creativo o en  el alma más honda y desconocida de nosotros mismos en dirección a no se sabe qué, ayuda a desembozar al  personaje para adentrase en la persona. Aunque "persona" venga a significar 'máscara', en este caso lo utilizo como todo lo contrario, como modelo original que late por debajo de la tierra conocida.

Probablemente, escribir se haya convertido en una terapia más a utilizar para descomprimir los canales de esa sabiduría ancestral que no habla el mismo idioma que la tecnología, pero que se manifiesta sin pudor en cuanto encuentra al papel sin ataduras.

Algunos de mis textos fueron  para mí en el momento de escribirlos algo así como  seres incomprensibles, extraños a los que reconocía como propios por el olor, pero que hablaban a un "oído" que no era aún capaz de captar los matices más sutiles de la realidad que describían.

Dicen que el cerebro comienza por desarrollar el olfato como el primero de los sentidos, por lo tanto, el más ancestral, convertido de ese modo en la primera herramienta de supervivencia que nos avala.  Antes de beber cualquier líquido o probar cualquier alimento, por muy apetecible que resulte a la vista, primero se huele. Tal vez el cerebro sabe que la vista es demasiado ingenua para descubrir verdades y peligros, de modo que todo pasa por instinto, por el tamiz de la nariz.

Aún cuando mi mente inconsciente no pudiera hablarme con la claridad de un idioma conocido no dejó nunca de mostrarme la imagen de la realidad más allá de mi propia percepción.

Nada nos ama tanto como nuestra propia alma. Sin cansancio, sin censura, sin pausa guió mi mano en el papel dibujando la realidad en el lenguaje más primario. Y ahora, después de haber disipado la niebla espesa que aturdía mi desconcierto, por fin, puedo ver lo que siempre trató de decirme y la manera en que  me protegió sin que yo misma fuera consciente de ello. Todo lo que nos sucede se graba de alguna forma en nuestro espíritu. La vida no escribe en la arena, grafía en  piedra y allí queda para los que vendrán a necesitarla un día. Todas las experiencias suman en un inconsciente colectivo que crece con cada aprendizaje y evoluciona en sí mismo con todos. Sé lo que sé porque alguien lo supo antes que yo. Y alguien vendrá a saber de aquello que necesita por la letra con la que contribuyo a plasmar en la piedra en la que escribo, porque yo, como la vida,  tampoco escribo en la arena...


viernes, 29 de marzo de 2019

Mirar


Donde yo solo veo pedazos de barro,
sus retinas contemplan un cántaro.
Los ojos que saben  mirar
velan la raíz y el porvenir
antes de que la misma lejanía los desenvuelva.
Allí donde yo solo veo materia muerta,
ahí ella contempla el vuelo de la mariposa.
volar la mariposa.


lunes, 11 de marzo de 2019

Lo bueno no puede hacer mal

Sucedió cerca de mediodía, con un sol esplendido en el centro de un cielo azul profundo circundado por media docena de nubes blancas dignas de un Sorolla. Se dejaba mecer por un viento suave desde la cuarta altura de una construcción blanca y verde musgo en un sillón arpa tan acogedor como un amante dulce. Mientras degustaban un buen vino perlando una copa de cristal finísimo, se preguntaba,  quién sería el ser que más riquezas poseyera en esta tierra y deducía que bien podría tener muchísimo más que ella, pero, desde luego, mejor no estaba.





miércoles, 6 de marzo de 2019

Antropónimos vs. topónimos

-Tita Pi, qué estás leyendo?

- Hola, Laura. Estoy tratando de leer una obra de un escritor muy famoso. Se llamaba Becquer y le gustaban mucho las golondrinas.

-¿Fritas?

-¡Que va, si era vegetariano!

- Menos mal...

-¿Es famoso ese escritor?

-Sí, mucho. Ya lo conocerás.

-¿Podremos saludarlo como a Julio?

-No, me temo que a este no podrás saludarlo, porque murió hace mucho tiempo.

- ¿¿Estaaaás leyeeendo cooosas de mueeeertooos...?

-Vaya, dicho así suena un poco ambiguo y suena realmente mal... Era un tipo estupendo, te gustará. Verás, tenía un nombre un poco romántico, se llamaba Gustavo Adolfo.

- ¿Qué dices? Así se llaman los gemelos de mi clase: Gustavo y Adolfo.
¿¿Llevan el nombre de un muerto!!

-¡Y dale! ¡Eres una teatrera...! Llevan el nombre de un escritor, que este muerto no es importante.  No pasa nada, tal vez a sus padres les gustaban las rimas o las leyendas, vete tu a saber.

Cuando tengas que ponerle nombre a tus hijos te darás cuenta de lo difícil que puede llegar a ser, y  de cuantas personas te caen mal. Se comienza a barajar nombres y todos acaban relacionados con algún "espectro".

Tal vez fue eso lo que les ocurrió a los primos cuando seleccionaban el nombre de los chicos  y por eso eligieron nombres de ciudad.

-¿Y cómo se llaman esos primos?

-Israel y Jerusalen.

 -Huy, pues menos mal que no fueron chicas, porque les hubieran llamado... Sodoma y Gomorra .- dijó su hermano que al parecer pasaba por allí...

:)





martes, 26 de febrero de 2019

El sitio de su recreo

El padre de Diego quiere salir a la calle y pretende que el pequeño lo acompañe, pero eso no es fácil, porque por regla general, el niño se encuentra tan a gusto en su casa que hacerlo salir es un reto, y se necesita un muy buen plan.

- Venga, Diego, anímate. Vamos a ir a un lugar  donde todo es paz y armonia, equilibrio, serenidad, goce, contemplación...

Diegui levanta una ceja y lo mira con ojos divertidos.

- Vamos a la pastelería, no?

-Tú me lees el pensamiento, verdad? Pues claro, donde ibamos a ir si no...






viernes, 18 de enero de 2019

Entre cuento y cuento un verso.

La madrastra (una mujer que parece una madre pero no lo es, porque le falta el principal ingrediente que tienen las madres buenas) tomaba el espejo en sus manos y le preguntaba cada mañana, espejito, espejito mágico ¿quién es la más bella del reino? Y el espejo no podía devolverle la imagen de su alma por la sencilla razón de que la madrastra no tenía un alma, ni un ego, ni un corazón propio que mostrar. La madrastra es como una carcasa vacía, imposible de llenar. Cuando el espejo le mostraba la imagen de la muchacha más bella, se llenaba de envidia feroz y reclamaba que le trajeran su corazón en una caja.

Ella necesitaba apropiarse del corazón de las doncellas tiernas e ingenuas y lo conseguía mediante un proceso de seducción,  urdido con la intención de  arrebatar de sus almas la bondad que sí  tenían, las emociones que sí latían y la dulzura que sí es una de sus cualidades principales. Y así, parasitando a quienes vampirizaba, curiosamente, siempre a doncellas nunca a mujeres hechas que descubrieran sus ardides y pudieran ponerla en su sitio de un zapatillazo, les ofrecía esa manzana roja, jugosa, dulce y deliciosa que las almas cándidas mordían.  Al llevar a la boca la fruta envenenada  se desvanecian, porque el veneno intoxicaba su entendimiento, su intuición,  cercernaba su instinto y sin defensas la madrastra entraba en la casa de sus almas para dejarlas sin energia, aturdidas, confusas  sin entender que sucedía, porque no puede ser que una manzana deliciosa condujera a tal debacle.. Las doncellas sin autoestima, aturdidas y envenenadas caían  paralizadas, catatónicas  porque nadie puede vivir con el alma violada por el puño de un espejo. Y es tan difícil despertarlas que solo el amor verdadero puede devolverlas a la vida:  Extraer el trozo de manzana que ha quedado en medio de su cuerpo sin entrar ni salir. Claro que para entonces la vida ya no será la misma, ellas no serán las mismas y aunque la medicina opere las maravillas del amor, el tiempo se habrá perdido irremediablemente. La desolación será terrible, la psicoterapia no encontrará un campo más minado que ese. La esperanza reparará  algunas  secuelas del veneno, no todas, no para siempre y la llama poco a poco dejará de crepitar para dar luz.

 El mejor antídoto será la prevención: si parece demasiado bueno, si casi parece de mentira, probablemente lo será. No dejar nunca de lado la dignidad ni la precaución,  no dejarse convencer de que para amar hay que  arrancarse los  dientes ni las garras como "El león enamorado".
Y lo más importante de todo, la vacuna más efectiva: No creer en los cuentos de hadas ni en los principes azules ni en las almas gemelas ni en la suerte, los hilos rojos, el destino  u otras yerbas, porque el amor es trabajo, es construcción.

Recuerda siempre que el lenguaje nos avisa: encantar, hechizar, fascinar, subyugar serán en muchas ocasiones sinónimos de engatusar, lo que viene a ser: dar gato por liebre.

El amor no nos exije la donación total sin prevenciones ni cuidados,  porque el mundo está muy lleno de madrastras y madrastros sin alma, sin emociones y sin conciencia. Los amores buenos se reconocen porque no nos restan y si nos suman. No nos aisla, por el contrario, nos acompaña de la mano y nos muestra al mundo con sencillez y alegría.

jueves, 10 de enero de 2019

El león enamorado

"La marquesa de Sévigné era de una belleza rara. Y estaba tan acostumbrada a ser cortejada, que el hecho de que un león se apasionara por ella no era de extrañar.

En el tiempo en que los animales hablaban, era común que ellos ambicionasen formar parte de la convivencia humana. Ellos también tenían inteligencia, fuerza, coraje y hasta se comunicaban usando el mismo código de los hombres.

Fue en esta época que el león se enamoró de la bella señorita Sévigné, y sin demora la pidió en matrimonio.

El padre de la joven se asustó. Él quería para la hija un marido un poco menos terrible, mas temía que una  negativa pudiese apresurar un casamiento clandestino. Con su experiencia sabía que el fruto prohibido tiene siempre un sabor mejor.

Resolvió entonces aceptar la propuesta del león y le dijo a éste:

Me agrada la idea de tenerle como yerno, pero me preocupa el hecho de que pueda usted herir el cuerpo delicado de mi hija con sus garras y al besarla con sus dientes impedirá que ella le corresponda con placer.

Y así el león enamorado permitió que le cortasen las garras y le limasen los dientes. Sin garras y sin dientes su fortaleza fue destruida y una manada de perros que pasaba por la calle le  atacó sin que consiguiera defenderse.

Ah! ¡La pasión! ¡Feliz de aquel que escapa a sus ardides!"


Comentario


Dignidad es una cualidad íntima que inspira límite, respeto, consideración y estima. Es la conciencia del propio valor, de la prudencia y del propio aprecio.

Así como el león apasionado, cuántos hombres y mujeres existen que se comportan en el amor de la misma forma "sin garras y sin dientes", es decir renunciando a la propia dignidad.

Cuando permitimos que nos "corten las garras y nos lijen los dientes" destruimos nuestra fortaleza interna y cometemos un error extremadamente grave: entregamos el control de nuestra vida a otra persona. Al abdicar del elemento más vital del amor - la dignidad personal-, perdemos el comando de nuestro propio mundo afectivo. Además cuando  no somos fieles a nosotros mismos, la relación en vez de fortalecernos, nos fragiliza.

En muchas ocasiones perdemos nuestro valor como personas, disimulamos la verdad y afirmamos que  es verdadero aquello que  es falso por tener la engañosa convicción de que tenemos que anularnos para ser un buen objeto de amor.

Colocamos en un segundo plano nuestro poder personal -la dignidad- y nos transformamos en una persona sin consistencia.

Cultivamos la ilusa creencia que para ser muy queridos, debemos resolver los conflictos de nuestros seres amados, mantener todo en un orden perfecto, haciendo felices a todos todo el tiempo; aunque es bueno recordar que esa postura se opone a la razón y al buen sentido.
Damos crédito a la idea de que ser  fiel a los propios principios o inclinaciones naturales puede generar una gama inmensa de dificultades y tememos que siendo auténticos, estaremos expuestos al abandono, al rechazo y al desprecio.

Muchos de nosotros cargamos desde la infancia cierta resistencia a expresar nuestros verdaderos sentimientos afectivos. ¿Cuál ha podido ser el mensaje que aún resuena en nuestra casa mental?
"Si me dices alguna cosa que yo no quiero oír o me cuentas algo vergonzoso, te castigaré y no te hablaré  más"  Esa advertencia severa que recibimos cuando éramos criaturas por haber sido honestos en cuanto a nuestros sentimientos, puede haber dejado una marca profunda en nuestro inconsciente.
El no revelar lo que creemos en nuestro interior nos hace creer que conseguiremos un escudo protector impidiendo que nos ofendan, hieran o abandonen. Mantener esa barrera entre nosotros y los demás nos impedirá disfrutar de relaciones sanas, sinceras y de mutua confianza.

Para poco nos sirve si pasamos a vivir aisladamente y evitando a todo el mundo.

 La medida cierta para quien ama es no temer y mostrar al otro lo que siente, como piensa y actúa. Podremos haber perdido algo en apariencia externa pero nos hemos lucrado mucho más en fuerza interior, seguridad, firmeza y respetabilidad. Para tener relaciones agradables y gratificantes con los otros, debemos  primero sentirnos bien con nosotros mismos.

Esta fábula tan antigua revela que, a pesar de los siglos aún vivimos una manera neurótica de amar  y de ser amados, y que las dificultades en el campo de la afectividad continúan las mismas.

Cuando la pasión nos envuelve precisamos imponer límites, no decir adiós a la prudencia  y jamás perder la dignidad, sea por el motivo que fuera o por quien quiera que sea.


La fábula es obra de La Fontaine, el comentario de Hammed y la traducción mía.

Ayer

 Esconde tus manos, como si fueran garras de  usura, Esconde tu alma  como si fuera lodo feroz Oculta tus ojos, que nadie lea la vergüenza e...