martes, 23 de abril de 2019

A medio camino a ti.

Anhelaba otras alturas,
un horizonte más amplio,
un corazón sin zurcirdo
media docena de flores,
un café sin diluir.

Ansiaba saltar de las arcadas de la nostalgia
a la arena tibia de la soledad
del mí conmigo.

Desandad pues, pies desnudos,
el caminos de botellas rotas
al encuentro de teorías
lejanas de pan y alma, 

retroceded a mañana y suspirad.

El oxígeno se tornó pulcro añil profundo.
Cada signo se concilió con su elemento.
Sintió extranjero el tiempo perdido
en el agujero negro de la  sinrazón.
Del no haber sido.
Del no ha de ser.

Cauterizó la vida el mismo fuego
que arrasó hasta los cimientos el abrazo.

Por fin arrolló la niebla, restañó la herida.
Recompuso los escombros.
Amaneció.

Ya no yerbe el mosto en el jaraíz,
hoy es alivio en la boca.
Ya no están vacías las tinajas
sino plenas de hierba fresca recién cortada.
Ya fermentó el dolor,
y de la ruina se hizo don.

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