lunes, 13 de mayo de 2019

Cuenca

Titula Belén su exposición de pintura,  "Cincelando el tiempo". Yo disiento y concuerdo con ella siendo a la vez par e impar - haz y envés. El tiempo no es neutro sino formato sensible a lo material y a lo etéreo;  el garante que media entre la siembra y la flor; el que solo se deja esculpir mientras nos talla.
Si algo tienen las tintas de B. sobre el papel es el fruto del tiempo,  la talla del espíritu libre que guía la plumilla  y la retrata con la profundidad de un  horizonte que vierte desde muy hondo, que se hace luz al contacto en el papel. No solo se ve la Serranía de  Cuenca, se  la camina en la imagen sobre las dolomitas que se contemplan sencillas y simples como si así lo hubieran sido siempre y no hubieran luchado a muerte con el humedecer de  la lluvia y el mar de los siglos que han dormido y despertado en ella hasta tallarla hoy.  Las piedras hablan, como habla el barro para que los geólogos lean en ellas  las letras fósiles que ilustran qué la vida fue y cómo fue. Belén traduce la escritura de la piedra y nos la retrata con su pulso firme y honesto. No necesita adornar la lámina porque la realidad llena el espacio y es tan hermosa que no precisa más carmín. La tierra que retrata Belén perfuma el aíre con las semillas del lirio que acunan dentro la una y la otra.

Cuenca verde, que no gris ni marrón como la imaginan los mapas,  despereza la patina del tiempo y del espacio para sorprenderme gratamente entre la sementera crecida y el tomillo floreciendo bajo un cielo azul sin complejos.  Si bien arcaica y solariega, hoy es luz y mano amiga que sella en su abrazo un pacto de amistad que viene ya de otras vidas y continua hacia otro tiempo. Como si de la pieza de un puzzle se tratara, las Hoces del Huecar se han acomodado en el  espacio que desde anataño las esperaba aún sin saberlo, de su orografía madura para recomponerme un tanto más. No hay fisuras ni fallas solo el sonido del encaje.

Gracias por todo, Belén,  que el tiempo madure a la vez pluma y roca para que puedas cincelar de tu mano y compartirlos desde el  interior con quienes desde afuera vendremos a abrazarlo contigo una vez más con el gusto de retornar de adonde nunca nos fuimos.

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