Alba y los lobos

Algunos lobos aullaban en la noche y durante varias noches seguidas  su gemido largo y profundo se extendía en todas direcciones como una niebla espesa
Alba los oía estremecida y escuchaba con tristeza sus lamentos infinitos noche tras noche.
¿Por qué lloran los lobos? preguntaba.
No lloran, cariño, solo cantan. Se comunican entre ellos de esta forma. Solo cuando son jóvenes lloran cuando sienten hambre y se encuentran solos, pero su sonido es otro.

Podríamos visitarles y llevarles algo de  comer para que no lloren más. Me estremezco cada noche oyendo sus gemidos, me apena que lloren de ese modo, dice tristoña. ¿No podríamos hacer algo? Qué sé yo...acompañarles?
Alba, ¿sabes de qué se alimentan los lobos? Los depredadores devoran corazones como el tuyo y como el mío. No te preocupes, la naturaleza les dará cobijo y alimento.

No sabes, pequeñas, no imaginas lo peligroso que resulta sentir pena de lobos hambrientos, siendo un corderillo tierno como tú. Tu dulzura no saciará su hambre, porque su hambre es insaciable. Si no quieres que destrocen tu corazón, que arrasen tu vida, que te despedacen, recuerda,  no te acerques a ellos.