Todos los terrores vividos se agolparon en su cabeza como en un movimiento de ola que amenzara extender sal sobre tierra fértil. Se encontraba en disposicion de aprender a lidiar con aquellas imágenes y sonidos que se arremolinaban a placer dentro de si colonizando su espacio emocional, sin que nadie les hubiera abierto puerta alguna y donde todo el espacio se transformaba en callejón.
A veces bastaba un destello de imaginación vivida y antigua para impregnarse de ola y que el desconcierto siempre ordenado, le agarrotara con su fuerza descomunal. Entonces el miedo aprendido se convertía en mano y la mano en puño que apretaba su corazón hasta clavarle los dedos.
Necesitaba un alivio que anestesiara ese dolor. Sabía que sabía el saber de no dejarse llevar por el dramatismo, por lo irracional, este último se clavaba con mas fiereza. En vano su cabeza trataba de dar conargumentos y apariencias de certeza. Era suficiente entrar levemente en ese estado de memoria para que todos los pensamientos sanadores se disolvieran como en éter.
Salir de aquel estado de conciencia grabado y esculpido en piedra dentro de sí era cuestión de aguantar unos minutos la sensación insoportable de muerte inminente. No era imposible, sin embargo corria un grave peligro si aquellos instantes que median entre la vida y la muerte se empeñaran en tomar el sentido de su vida, como si el dolor extremo timbrara tan cerca del placer que a ratos se confundieran.
Aquel estado tenía un sabor intenso, de retrogusto amargo, como a medicina o licor de hierbas.
Entonces gritó a gritos puros y la vida, atenta, le envió un cirujano.
miércoles, 14 de mayo de 2014
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Apuesto por la vida y sus propiedades curativas.
ResponderEliminar:)
El miedo aprendido es un fantasma que se resiste a marchar. Siempre queda agazapado esperando un momento de descuido. Pero cuando reaparece, sirve para recordarnos que podemos con él.
ResponderEliminarUn abrazo, Cereza.
Creo en muchos tipos de propiedades curativas Cereza, en l@s cirujanos, también.Vamos, si lo sabré yo... ;)
ResponderEliminarBesos.Lenteja
Gritar los miedos es una buena manera de sacarlos y plantarles cara.
ResponderEliminarUn petó,