Cercenadas las manos,
arrancadas del calendaerio de los honores
despojadas de la esperanza de la cosecha,
abrasadas por la sinrazon de la violencia,
heridas abiertas desde el parto del tiempo
aún les queda un resquicio de piel humana entre los dedos
para calmar las llagas de otras manos
que nadie acaricia y el tiempo arrasa
para levantar los labios del triste
y para acariciar los petalos de la flor
recien cortada.
No podrán recomponer la siembra helada
ni evitaran la caida de Babilonia,
no serán las manos que sostengan el palio
ni cuenten con usura los bienes del mundo,
Sin sedas ni oropeles
solo con la fuerza de la vida
que aún injerta en ellas la esperanza
son las manos que sostienen la luz de una vela simple
que se ofrece en el momento grave
justo un minuto antes de la debacle total.
Serán unas manos como estas
las que recompongan la tierra y sus escombros.
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