domingo, 13 de marzo de 2011

De Princesas y principes


Desde que pudo andar y hablar solo tenia en  mente una idea que la obsesionaba, formar una familia, andaba cojitranca buscando algún soporte que la pudiera nivelar. Eso de buscar un príncipe azul se había convertido en la meta, todo lo demás sería complemento a su ideal.
Es una meta como cualquier otra para aprender a vivir, una  meta que en parte  depende de ti y por lo tanto tiene muchas posibilidades de acabar como acabó en ella.
¿Porque las personas buscamos princesas y príncipes azules y nos encontramos generalmente con sinvergüenzas?
Puede que  sencillamente no seamos nosotros “los buscadores”, princesas y principes  nobles de corazón, y solo lo seamos de ropaje. Aquello de que los polos opuestos se atraen nunca me ha convencido mucho, opuestos  en la apariencia, en la superficie, no así en la esencia. Soy de pensar que "pájaros de la misma calaña andan juntos". Cuando nos encontramos con la o el sinvergüenza de turno, algo existe en nosotros que trabajar.
 También puede ser que sencillamente, la princesa o el principe sean realmente eso que su nombre indicaba y hayamos encontrado un ser altivo, caprichoso y  con aires de aristócrata, que  crea  tener todos los  privilegios y derechos sin ninguna obligación,  claro buscan quienes  se sometan a sus caprichos,  buscan  vasallos y puede que no sea esa nuestra idea de felicidad principal.
 La vida es un continuo atraer y elegir,  somos muy imperfectos o tal vez necesitemos aprender algo de aquellos o de nosotros,  no  hay relaciones casuales.
 Acabo por pensar,  que en el momento en  que nos enlacemos   a nuestro par más par, algo por fin habremos evolucionado...
Y respecto de ella, no se quien engaño a quien, pero si eres un ser mezquino, egoísta y manipulador, no esperaras encontrar almas nobles, ¿verdad?

1 comentario:

  1. No existen ni principes ni princesas sino seres dando tumbos e intentando conocerse y ajustarse,.. quizá cuando se tropieza con alguién no apropiado sea porque debamos aprender algo... no hay que preguntarse porqué sino para qué...

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