domingo, 19 de junio de 2022

Gata

 La noche susurra en tu oído

y trastabillas entre las plumas grises de una paloma furtiva.

 Te enreda un roneo de sirenas eternas

de la raiz a los nidos  mientras tiembla la luz en la calle.

Cuando las manos se acercan

te traban tan fuerte y con tanto infortunio

que la razón se cercena en  milimétricas láminas.

Las azucenas blancas caen como hojarasca seca a un barro espeso.

El dolor gime escaso de fuerzas,

el humo atraviesa los ojos de  parte a parte 

y arrebatada la lumbre de invierno,

a la vuelta de marzo, con la primavera las brasas escriben en trazos negros

su verdarero nombre en abril.

 Y  ya nunca más vuelves a creer 

en gatas de pajar hartas de pienso.

El cuerpo tambien habla y escribe.

 El cuerpo también habla y escribe.  Taconea con golpes de voz bronca vocales y rimas sin terciar palabra ni grafiar papel.

 El cuerpo rasga las horas del tiempo y convierte el calendario en un reloj  cubierto de sal sin  salida al mar. 

Las hojas del otoño ruedan hacia  la primavera secas y muertas mientras los esqueletos sin fruto danzan el baile de la muerte con prestancia e invierno.

Se estremece la epidermis, la piel tiembla.

 El estruendo de los versos se aboca al vacio y el acanttilado espera los besos suicidas de bocas abiertas de hierbabuena verde y limón.

Juntos los sentimientos dispares rasgan el cielo y las cucarachas desvirgan el sonido con su ruido de morir.

Mi madre y mis tias

 Tuve la suerte de nacer bajo un sol de otoño que despertaba a noviembre con petalos de crisantemo. Cerca de los santos las arterias de mi tierra confluian en un paraje abierto cubierto de marmol como la lealtad de los seres que no se olvidan nunca. Además de nacer en plena madurez de la uva tuve la dicha de nacer de   tantas mujeres como mi madre supo cultivar que cada una de ella se convirtió en una madre pequeña que no dejaria caer el fruto del arbol por mas que el destino marcara a cuchillo la rama cubierta de hojas. Mis recuerdos se tiñen de un dorado suave que acaricia el alma sin estridencia ni prisa entre sus conversaciones jugosas que siempre reian. Y esa risa fertil sembró mi futuro de un trigo verde que se transformaria en el pan del camino mucho despues de que el destino natural de los seres cerrara sus ojos pero jamas pudiera  insonorizar sus bocas y la espuma blanca de su mar de amapolas.


Tuve la suerte de nacer de una madre y de renacer de muchas de ellas. De mis madres, del legado femenino que mi progenitora supo cultivar para mi y para ella cultivo su madre y para su madre la suya ella la suya que finalmente era la de todas. Ella no necesitaba madre porque lo era a vida completa y a todas llamaba cuando sus pies torturados no puediron caminar. La que me parió y las que la acompañaban en su caminar escabroso mis madrinas y mis manos.

Naciamos niños y nuestras muchas madres nos regalaron un cariño certero y valiente que sabian consolar con un beso los dolores mas grandes del universo.

Manos cercenadas

 Cercenadas las manos,

arrancadas del calendaerio de los honores

despojadas de la esperanza de la cosecha,

abrasadas por la sinrazon de la violencia,

heridas  abiertas desde el parto del tiempo

aún les queda un resquicio de piel humana entre los dedos

para calmar las llagas de otras manos

que nadie acaricia y el tiempo arrasa

para levantar los labios del triste

y para acariciar los petalos de la flor 

recien cortada.

No podrán recomponer la siembra helada

ni evitaran la caida de Babilonia,

no serán las manos que sostengan el palio

ni cuenten con usura los bienes del mundo,

Sin sedas ni oropeles

solo con la fuerza de la vida 

que aún injerta en ellas la esperanza

son las manos que sostienen la luz de una vela simple

que se ofrece en el momento grave

justo un minuto antes de la debacle total.

Serán unas manos como estas

las que recompongan  la tierra y sus escombros.


 

Ayer

 Esconde tus manos, como si fueran garras de  usura, Esconde tu alma  como si fuera lodo feroz Oculta tus ojos, que nadie lea la vergüenza e...