jueves, 28 de octubre de 2021

Las alas pesan como plomo derretido

por que las balas se escurren

como metralla de hielo
entre las plumas y el aíre.

Las manos ancladas a los viejos verbos

paralizan la tinta de todos los tiempos

y emborronan los calendarios con 

destinos marcados.

No retorna la vida de las alambradas

oxidadas de  ayer.

Vuelve la niebla y las tiñe de herrumbre

sin que principien los días del solsticio 

a recamar la tierra de luz.

Navegamos en oceanos de sangre vertida

de lagrimas olvidadas,

de madres huerfanas, 

de padres ausentes.

Los hijos de la oscuridad vencida

habrán de  iluminar la otra cara del mundo

y retomar las raíces del arbol caído

para  despertar  al oxido de las balas dormidas

en medio de un mar lleno de peces humanos.

Con qué paños limpiara el mar,

con qué pan alimentar la vida,

con qué alegria alentar al viento

si no permitimos un rescoldo de menta

para retomar la tierra.




 

Evanescente

 Evanescente, 

sin saber que atalajes la adornan

 o de qué origenes renace

 se presenta entre tules y sedas

 mientras yo la anhelaba flor de algodon.

Evanescente, 

vestida de invierno,

 con la piel herida por un aliento gélido

 a  un paso de alentar el soplo de vivir.

Evanescente,

 como una lámina acerada, elegida,

 sofisticada y exclusiva 

entre la apetencia y el empeño de anhelar,

 respirar,

 brotar al aire  mientras un escalpelo me atraviesa de parte a parte.

Vana,

 hueca,

 vacia,

 hambrienta

 asi la encontre.

 Así me dejo.

Dejad hablar a los versos

Permitid hablar a los versos

devolvedles la palabra.

 Dejad que los lienzos se llenen de color

y las sábanas blancas tendidas al viento ondeén como banderas

universales de luz,

Aceptad que la esperanza

 quiebre  los barrotes del prejuicio y apague

las hogueras de la inquisición alimentadas de  libros inmortales.

Facultad que las letras bailen entre nosotros

para que limpien de nostalgias

los semas impresos de las guillotinas viejas.

Permitid que renazca la sabiduría

entre las gentes humildes

para que las palabras olvidadas de sí

retomen el papel y las almas,

las puñetas y el estrado:

"Paz, piedad, misericordia y justicia".


Abonaremos la tierra

Abonaremos la tierra con nuestro miedo,
las arenas se dejarán arrastrar por el viento hasta ser mar,
la calima nos cegará,
la fragilidad  escondida partirá nuestra alma como pan quemado
 y estallará la frivolidad en tan pequeñas porciones
 que no notaremos posar en los ojos lo nuevo.
Se salvarán los árboles, las flores y la primavera
que aún no hemos asesinado.
Ellas serán nuestras madres otra vez.

El aíre limpio se empozará de llanto,
la nostalgia, de impotencia traicionera.
La indignación será la semilla de nuestro futuro.
Pequeños dioses sin arcos, lanzaran  flechas sin dirección.
 Llegaran a todos y serán de nadie  para que todo comience  de nuevo.

Mañana. 

Será mañana

Ayer

 Esconde tus manos, como si fueran garras de  usura, Esconde tu alma  como si fuera lodo feroz Oculta tus ojos, que nadie lea la vergüenza e...