Las alas pesan como plomo derretido
por que las balas se escurren
como metralla de hielo
entre las plumas y el aíre.
Las manos ancladas a los viejos verbos
paralizan la tinta de todos los tiempos
y emborronan los calendarios con
destinos marcados.
No retorna la vida de las alambradas
oxidadas de ayer.
Vuelve la niebla y las tiñe de herrumbre
sin que principien los días del solsticio
a recamar la tierra de luz.
Navegamos en oceanos de sangre vertida
de lagrimas olvidadas,
de madres huerfanas,
de padres ausentes.
Los hijos de la oscuridad vencida
habrán de iluminar la otra cara del mundo
y retomar las raíces del arbol caído
para despertar al oxido de las balas dormidas
en medio de un mar lleno de peces humanos.
Con qué paños limpiara el mar,
con qué pan alimentar la vida,
con qué alegria alentar al viento
si no permitimos un rescoldo de menta
para retomar la tierra.
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