Abonaremos la tierra con nuestro miedo,
las arenas se dejarán arrastrar por el viento hasta ser mar,
la calima nos cegará,
la fragilidad escondida partirá nuestra alma como pan quemado
y estallará la frivolidad en tan pequeñas porciones
que no notaremos posar en los ojos lo nuevo.
Se salvarán los árboles, las flores y la primavera
que aún no hemos asesinado.
Ellas serán nuestras madres otra vez.
El aíre limpio se empozará de llanto,
la nostalgia, de impotencia traicionera.
La indignación será la semilla de nuestro futuro.
Pequeños dioses sin arcos, lanzaran flechas sin dirección.
Llegaran a todos y serán de nadie para que todo comience de nuevo.
Mañana.
Será mañana
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