miércoles, 25 de marzo de 2020

Hacia un nuevo paradigma.

Escribí este texto el 25 de febrero de 2020, aunque siento que han pasado varios años desde entonces. No está totalmente desfasado. Algo de lo dicho queda.

Estoy segura de que caminamos hacia una nueva humanidad tan distinta de la que conocemos que el paso de los días acabará por turbar a muchas personas. Algunas palabras comienzan a diluirse ya, no solo las  moribundas, por el  fin de ciclo: aldaba, badila, cáspita, faldriquera...vocablos que  empalidecen hasta desaparecer con los objetos que ya solo son útiles en los museos de historia de las cosas, sino también esas otras palabras que anunciaban situaciones incompresibles hoy, términos que desaparecen como se extinguen los motivos morales que les daban cobertura. Caminamos hacia una nueva forma de ser humanos, de entender la realidad y de conformar sociedades que comprendan mejor la esencia humana y que  la liberen de preconceptos y moralinas rancias dificiles de entender. Mucha gente trata de construir nuevas formas de relacionarse, de convivir, de formar familias, de acercar lazos. Nuevas formas para la alimentación, más responsable con la naturaleza y con las nuevas almas que poblarán los mundos habitables. Dejaremos de comer carne como dejamos de ser caníbales, estoy segura. Solo espero que la transición sea pacífica aunque se augura peliaguda.  La religión será la del espíritu y no la de los hombres. La fé podrá encararar a la ciencia porque la razón guiará su pasos y no volverán a la enemistad. Los cuidados se considerarán una nueva forma de  ascensor social, de prestigio y de mérito porque las civilizaciones habrán descubierto que solo el cuidado produce la paz y la prosperidad. La vida humana será tan valiosa que cada segundo se protegerá en el cuerpo. El cuerpo formará parte del templo personal de cada uno y se respetará verdaderamente su permanencia sin tener en cuenta el rédito de la producción porque habremos entendido que el sentido de la vida es ocupar la piel con el mayor respeto sin derivas de ocupación y beneficio.  Una nueva sexualidad verá la luz, un tercer sexo, una transgeneralidad que abarque desde la mónada hasta el arcángel y que liberé las mentes y los corazones hacia una  mayor compresión del amor y de la vida sin castraciones y sin vulgaridad, porque sabrán que el alma que toma cuerpo  en una epidermis senciente podrá revelarse sin barreras y no será necesario otro filtro que el respeto a cada cual siendo cada quien humano: el alma es transexual, cuando un cuerpo habita otro cuerpo es cierto que ya son una sola piel, aunque un cuerpo no pueda dejarse vivir por dos almas.
Dentro de poco nos encontraremos en el camino final del primitivismo psicológico que nos envuelve y las civilizaciones se dirigirán hacia una verdadera revolución cognitiva y de valores. No habremos llegado alli ni por casualidad ni por voluntad propia, sino más bien a manos de una Vida no deja de evolucionar y acontecer para nosotros y a pesar de nosotros. Nos encontramos en esos tiempos que median entre la ruina del derribo y los cimientos del nuevo edificio.  Durante algún tiempo todo será peor que antes de hundir la casa, los cristales caeran rotos, las puertas desajustadas, el caos en todo lugar:  en medio de los escombros, los puntales, la cimentación, las rozas de la pared... nos preguntaremos si fue buena idea llamar a los albañiles y propiciar ilusiones de algo mejor  cuando todo se encuentre patas arriba y parezca no tener fin, pero todo pasará y la nueva casa se mostrará resplandeciente...

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