Entra en el café y por el contraste del frío de la calle y el ambiente cálido del local las gafas se le empañan por completo. Se las quita y mientras acomoda sus ojos a la falta de lentes descubre entre nieblas un local amplio, bien iluminado, con unas pinturas colgadas en las paredes cuyos marcos son más valiosos que los colores que enmarcan.
Entreve una mesa al lado de una ventana completamente empañada que tiene dibujado un corazón. Un corazón ligeramente escorado a la izquierda y piensa que eso también le ocurre al suyo. Que está escorado y tiene un no- nombre. Sabe cuanto le cuesta desnudarlo. Es fácil quitarse la ropa. Y gustoso dejársela quitar. Pero desnudarse no es quitarse solo la ropa.
Deja el bolso en la silla y se deprende del abrigo que coloca en la percha repleta de otros abrigos grises y negros. El contraste le gusta. El suyo es rojo.
Le encanta el rojo. Siempre lleva ese color encima y no resulta excesivo. Es curioso como a Marta el rojo la abochorna, la excede, la convierte en llamas. Y sin embargo ella puede vestir completamente de ese color sin parecer excesiva.
Toma asiento y mira a un camarero con barba y pelo corto muy negro que le recuerda a otro camarero muy parecido de otro café bar casi idéntico a este.
Sabe que desea tomar y que se puede permitir. Desde que la diabetes amenaza como un lobo esos dulces le están vedados.
Estos genes tienen tanta historia acumulada que emiten en todas direcciones. Y no es dulzura lo que le sobra a su vida. Sino lo que desea y teniéndola a la mano queda lejos.
El camarero pregunta que quiere tomar y ella lo tiene tan tan claro que le parece mentira que no pueda leerlo en su cara como en un neón. Apesar de que él solo podrá servirle un deseo con taza, plato y cucharilla.
Un café descafeinado de sobre sin azúcar. Y besos, muchos besos.
jueves, 4 de abril de 2013
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O un cálido vaso de leche en polvo con té y algo de sacarina... ¿no? y al fin y al cabo que más da, lo importante es el momento y la compañía, ese es el verdadero dulce del café.
ResponderEliminarun beso
La compañia le cambia el color al día, tienes razón y da igual si el cafe es de sobre o de maquina. Al menos en ese momento.
EliminarProbaré esa mezcla de té con leche en polvo. A ver como te gustan los sabores.
Un beso, caba linda.
;o)
ResponderEliminar:DDD
EliminarUn corazón escorado a la izquierda y que se puede ver hasta sin gafas...
ResponderEliminarEs un buen corazón.
Un beso, :)
Un corazón enorme en una ventana que daba al Norte.
EliminarTodos las miradas se paraban en aquella ventana.
Un beso.
Me gusta mucho lo que "te leo" últimamente, prosa poética.Un beso
ResponderEliminarFiorella,, que gusto verte por aqui de nuevo. Cuanto hace que no charlamos un poquito! "Me lees" muy bien. Y te sigo aunque yo no acierte ni una. ;))
EliminarUn beso muy grande.
Horreur, diabetes...! A la golosa que vive en mí le aterra esa palabra...! Menos mal que los besos no están contraindicados...Porque los besos deben ser de azúcar, de miel... y no de sacarina!
ResponderEliminarUn beso y feliz semana!
PD.-Cuenta con que un día habrá un videocuento en francés...¡Y el primero será un regalo para ti! (Ahora es cuando piensas: "Pues vaya "m" de regalo", jajaja).
Mercedes cuéntale a esa golosa que te habita que mientras no le amargue un dulce no hay miedo.
Eliminar¿Me vas a regalar un videocuento en francés? ¿Para mi? ESo es un regalo MARAVILLOSO. Lo espero saboreandolo desde ya.
Un beso, guapa.
Es verdad que haces de los momentos sencillos y casi desapercibidos poemas...
ResponderEliminarCuídate..
Gracias Laquetecuén. No sé por qué pero viniendo de ti me alegra doblemente el comentario. Me cuido. Lo hago. Lo haces?
EliminarUn beso
Jo, qué bien descrito, y qué rápido lo haces propio nada más leerlo compañera. Muy certero.
ResponderEliminarBesos.Lenteja
GRasias, grasias...
EliminarBesos, besos.