martes, 26 de noviembre de 2024

25 noviembre

 Las mujeres han existido  desde siempre, como las vasijas y el ajuar; un poco menos que los árboles y las gallinas y un poco más que las espadas y las banderas. Desde siempre han realizado el trabajo que facilitaba a los protagonistas de la historia el existir, el resistir y el alzarse con los laureles de un gloria sin alegría que nunca coronaron sus cabezas.  Aunque su respiración fuera entrecortada y su estatura ninguneada durante los siglos de los siglos, las mujeres no han dejado de combatir el hambre, la enfermedad, la ignorancia y la muerte. En el alma profunda de la materia femenina se hallan los mecanismos de supervivencia más sofisticados y sutiles para no dejarse extinguir. El instinto humano lucha contra la muerte por medio de la parálisis, la catalepsia y la lucha, pero en las mujeres existe otro mecano tan arraigado a su pecho como es el agradar. Y siendo así la misma herramienta que protegía su vida, la arrancaba de la tierra y estremecía sus raíces. El cuerpo logra sobrevivir al alma a costa de la espalda curvada, la mirada baja y la sonrisa triste. Y a pesar de haber sacado las uñas  y enseñado los dientes más de una vez, aún queda tierra liega sin labrar. la misma tierra que sirve de mortaja a tantas mujeres sin esperanza.

De poco sirve salvar el cuerpo y dejar el alma ahogarse de frio en las propias lágrimas. Las noches sin sueño, los gozos sin cuerpo, la medida de la falda o la hondura del escote. Una mujer "nace" puta y pasa la vida entera demostrando que no lo es. Los hombres "nacen" cobardes y pasan la vida entera demostrando que no lo son, incluso si para ello han de matar, matan por un centímetro de falda o por la mueca de otros hombres que los miran con desdén.

 Tabla rasa para recomenzar ni putas ni sumisas, ni cobardes ni asesinos.


domingo, 24 de noviembre de 2024

Ya no pesan más

 Ya no pesan nada, aparcados en la celda estéril de un orfanato

huérfanos de esperanza y futuro se deslizan fugaces y leves como una pluma

Ya no hacen ruido, el calendario no tiene mas días en rojo que el atardecer

y el azul del cielo misturado con la luz matutina no traslada la esperanza de ayer a mañana.

Ya no le pesan a nadie, ya no producen nada pero mueven la bolsa mientras la vida se 

acorta de tarde en tarde enfrentados al ventanal de una  calle que levantaron 

con sus manos y hoy le ofrece un paso que no pasearan.

No le pesan a nadie, ligeros de equipaje se desvanecen de a poquito con la soberbia de la juventud perdida en el éter de una eternidad impaciente que los trascenderá sin moneda en los labios, sin barquero en la Estigia,  sin flores ni antorchas al otro lado.

Hay quien dice que de todos modos se iban a morir igual.

Templos vaciados

Ya solo las palomas visitan la iglesia,

aves y las almas penadas que 

vuelan bajo y  no ocupan el tejado.

Dentro del templo caen copos de nieve

que  blanquean  cabezas que rulan

despacio y rezan sin prisa.

Dentro del templo la música se expande

y eriza la piel recién planchada y el corazón febril.

En el altar descienden en ondas  dos mil años

de desesperanza y misericordia

que se extinguen de a poquito 

entre el desorden, el caos y la ambición

mientras un espejismo reclama

a los fieles que un dios

los reciba en un reino sin fin.

Dentro del templo las risas de los niños 

renuevan el aire de los tiempos muertos

e iluminan la faz de una mujer que reza en silencio

entre las soledades del instante  y una compasión que no llega 

tarde esta vez.

lunes, 22 de abril de 2024

Ayer

 Esconde tus manos,

como si fueran garras de  usura,

Encierra tu alma 

como si fuera lodo feroz

Oculta tus ojos,

que nadie lea tu vergüenza en ellos.

Anula tu corazón 

como si estuviera muerto.

Deslavaza tu sangre

 para que nadie se enoje por tu potencia

para que no tiña el paño.

Amortigua tu latido,

obliga el latir tu corazón para que chirríe como un cachivache roto

que nadie ausculte su pulso pleno

para que no lo hieran

para que no lo maten

para que no golpeen más.

Llora a solas con la desesperación

de la ausencia, 

haz el duelo por la alegría,

muérete cada día un poco.

 

Mátate, para que no te maten

Ciégate, para que no te cieguen

Desdibújate, para que no te borren

No te quieras, 

no te ames, 

no te respetes...

para que nadie te quiera tan poco como te quieres tú.

 

 

sábado, 23 de marzo de 2024

Semillas y raices

 Hay historias y recuerdos que guardamos en el alma que no sabemos que forma tienen ni que verdad late en ellas porque no las compartimos con nadie. Semillas y raíces profundas que esperan la luz tierna y la tierra generosa de unos ojos profundos que nos ofrezcan espacio y tiempo  para lanzarlas al viento de marzo, para permitir que se eleven, para que elijan la tierra más afín a su esencia y ocupen su lugar en el mundo. Un día llega en que un ambiente de confianza se nos permite  darles alas y anchura para sacarlas de lo hondo de la placenta oscura hacia la luz.

Y aquella historia que encajaba perfectamente en el puzzle de nuestra memoria toma vida propia, ya no nos pertenece. El recuerdo se toma la libertad de elegir su camino, se legitima a  ser un relato por derecho propio, se permite elegir su escenografía, su respiración, su lugar en el mundo y  como los hijos llegan a ese día en que abandonan el nido para ser ellos mismos en la atmósfera que les es propia.

Vienen de  nosotros pero no son nuestros, no nos pertenecen, se mecen en el agua lustral (bendita) de la sensibilidad de nuestra alma y crecen a nuestra vera, pero no pueden permanecer todo el  tiempo a  nuestra sombra. 

Para saber quienes somos necesitamos conocer las raíces que nos pueblan y entonces entender cual es nuestra especie,  intentamos dar los mejores  frutos de nuestra estirpe. En nuestros genes habitan las miserias de la humanidad, pero también el coraje y el valor de los seres nobles. Un día, alguien nos pregunta por quienes eran nuestros héroes de la infancia y aparecen las historias de  nuestros abuelos, de nuestras tias, de nuestra familia y las historias que escuchamos y el tiempo que convivimos con ellas. No  no eramos conscientes de su valor, pero comenzamos a hablar de ello y la emoción nos invade. Nos inunda de tal modo que no podemos contener las lágrimas que  hacen honor a su dignidad. El otro es un espejo que nos refleja y no nos cambia el sentido pero nos permite vernos desde afuera y desde una prudente distancia podemos entregarnos mejor a la vida. Y la vida nos regala entonces una emoción que nos conecta con lo más hermoso de nuestros afectos.

 

 


viernes, 22 de marzo de 2024

Ir y no saber donde estás

 Voy con el alma perdida porque al mirarte no la encontré en tus ojos.

Voy con el corazón desnudo de la prisa porque tu encuentro merece la pausa y la caricia lenta.

Voy con los pies desnudos, caminando entre los abrojos de una hierba seca, lecho ardiente de una arena hambrienta,

Voy como quien no va, como quien vuelve de este camino de ida sin retorno que ya ha recorrido cien veces

Llevo la desesperación del viento de marzo que extiende las simientes con furia y sin medida.

Voy como quien lleva a trompicones quebradas las alas rotas y enredadas entre los pies,

Voy y no voy porque vuelvo de una guerra que mutiló mis sentidos y no encuentro el camino verde de la esperanza entre tanta niebla y luz de gas que hay en mis ojos.

La madalena de Proust: una percepción evoca un recuerdo intensamente

 A veces, cuando el duelo termina, cuando se acepta la pérdida y la alquimia del tiempo transforma la ausencia en nostalgia,  el recuerdo s...