Dices que a las seis de la mañana
la amistad es otra copa.
Que los escalosfrios del amor
son látigazos que marcan la rosa de los vientos,
los puntos cardinaes del ser.
Dices que nacen de las raices del vientre,
que trepan hacia el corazón para vivificarlo
y mueren en la cabeza para repetirse en bucle una y otra vez.
El placer muere en cada segundo para renacer al instante
más ansioso y más pirata.
Dices que no hay comunión más
sagrada que la intimidad frente a una silla vacia
en un lugar lleno de gente.
La amistad de las seis de la mañana
es un bar abierto donde guardar un secreto.
Un secreto no es poca cosa,
es la inmersión de los seres vivos
en las consciencias nocturnas
con el jubilo de la camaraderia
que no puede dejar de ser ruidosa y
compartida.
Muchos la teminan llorando
y entrelazan noche y vida
como dos amantes que hacia mucho
que no se encontraban.
La amistad a las seis de la mañana
es el resurgir de nuevo
con copa o sin copa.
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