domingo, 31 de mayo de 2020

Palabras huérfanas.

"Las llaves de la memoria" de Jesús Armesto.

"La sociedad está compuesta de dos clases de personas: las que no pueden recordar y las que no quieren olvidar"


lunes, 18 de mayo de 2020

El arte de sentarse en una silla

Decía mi madre que de todo podría arrepentirme en la vida menos de la honestidad y la coherencia para con ella (se referia a ellas dos, me figuro) Esas y otras raras virtudes  tienen mala prensa y están tan anticuadas como el agua de colonia a granel, a saber: honestidad, prudencia, compasión, generosidad, coraje...También hablaba mi madre sobre el arte de sentarse en una silla. Ese era un talento que no todos dominan y que dice tanto de quien lo practica...! Mi padre, por ejemplo,  solía sentarse "al revés", es decir, usaba los peinazos para apoyar los brazos y dejaba la espalda a aíre, Mará suele sentarse apoyando el brazo izquiedo sobre el lateral como si fuera en moto al estilo femenino de los años cinquenta; Laura se sienta y la hace bailar, y Diego se coloca el asiento en la cabeza mientras juega a llevar un casco intergaláctico. Nadie se sienta del mismo modo en la misma silla. Hay quien puede hacerlo en un asiento de anea como si fuera terciopelo, quien se sienta en una esquina, quien apoya las caderas de alto en bajo y de adentro afuera, quien se apoya a la mitad o es de un culo de tan mal asiento que se mece sobre una pata y siempre parece que se fuera a caer de ella. Hay quien la utiliza el día entero y quien ni para comer la usa, quien apoya los dos pies y quien cruza las piernas con arte,  variantes al gusto,  pero, sobretodo, observo dos manera muy diferentes de sentarse que lo dicen todo de quien se apoya- Están aquellos que pueden acomodarse a un asiento lleno de papeles,  una caja de lápices, tres piezas del lego, el envoltorio de un donuts, un bote de zumo, dos bolis y una caja de chinchetas  se acomodan a una superficie mínima y no parecen estar incomodos ni molestos en absoluto, y están aquellos que solo saben usarlas con el asiento despejado de todo y lo hacen tan comodamente que  nada les perturba la acción. Estos últimos no entienden como pueden los primeros sentarse de tal manera.
Julio Anguita ha sido un hombre honesto que supo sentarse siempre en una silla de respaldo recto y asiento libre. Yo aprendí de él a no tenerle miedo a la verdad y a no contemporizar con la frivolidad y la vulgaridad de lo aparente, a mirar más adentro y a defender lo que se siente, a la indignación justa y a la pedagogía valiente.  Siempre me pareció un hombre contundente y libre que sin caer en el insulto ni en la ofensa defendia con argumentos lo que ahora se defiende con la violencia verbal de quien no tiene nada que decir. Hoy pude ver unas imagenes sobre su funeral y vi  a la gente de la calle, al pueblo sin alharacas ni maquillajes aplaudir y despedirle con emoción y agradecimiento por la enseñanza, por la lucha y, sobretodo, por el ejemplo. De esto último, también hablaba mi madre:  No tomes ejemplo de los malos ejemplos, decía. Hoy, ella que no pudo nunca caminar hubiera aplaudido desde su silla de ruedas libre de todo impedimento.
Gracias por todo, Sr. Anguita, por la lección y por los pasos.

 La tierra le ha de ser leve a un espíritu tan claro y firme como el suyo.

sábado, 9 de mayo de 2020

Confinamiento I

He perdido la cuenta de los días que llevamos de confinamiento, no quiero ni pensarlo, no me importa el número salvo por anotar la cantidad de historias que Diego ha inventado en este tiempo. Tengo la suerte de vivir en una casa con un patio orientado al sur, la luz entra desde el amanecer y todas las tardes  tengo que pedirle al sol,  amablemente,  que se marche porque de otro modo llegaría tarde a despertar a mi comadre María que vive en Ecuador y se levanta cuando él aparece por la ventana. María me lo agradece infinito, lo sé. Dependiendo de las estaciones la luz que llega al patio se inclina en una dirección o en otra y a su sazón voy cambiando las plantas de lugar para que las alimente el sol en invierno o para que no las queme vivas en verano.
Comencé a sembrar las semillas para el huerto hace un  mes y ya he trasplantado los tomates, los pepinos y las calabazas, en unos días trasplantaré las plántulas de melón y de pimiento. Ahora que los dias son más largos los brotes aparecen como por arte de magia, por lo tanto solo falta que me escape una tarde a preparar la tierra y a plantarlas donde deben crecer.  No imagino lo que deben ser estos días en un apartamento pequeño y teletrabajando o sin trabajo que será aún peor. No sé si me acostumbraria a vivir en un habitáculo pequeño sin sufrir claustrofobia, acostumbrada a las grandes planicies creo que se me caerían las plumas de vivir sin aire. A las que tengo que recortarle los vuelos (hablando de plumas) es a las gallinas.  Cuando espelecharon antes del invierno daban mucha pena,  pero ahora que ya tienen el plumaje nuevo les ha entrado la mania de subirse por donde no deben hacia donde no pueden y he tenido que ir a recogerlas mas de una mañana a casa de la vecina. Cuando se lo contaba al pequeño Diego tuve el desacierto de escoger mal las palabras y a poco le da un telele cuando me escuchó decir que pensaba cortarles las alas. Naturalmente no lo dije como algo literal, solo se trata de recortarles las plumas para evitar que vuelen largo y que acaben en algún caldero ajeno antes de tiempo. Eso les suelo gruñir cada vez que entro al gallinero y no las encuentro, que me arrepiento de haber ido a buscarlas tantas veces a otras casas y que arriesgan su vida tontamente mientras me averguenzan sin orden ni concierto...

domingo, 3 de mayo de 2020

Dia de la madre.

Si, al principio fue el verbo, su primera manifestación no pudo ser otra que la primera y esta bien podria ser una palabra muy similar en casi cualquier lugar y lengua de la Pachamama.

En español, madre.
En catalán, mare.
En portugués, mae.
En italiano, madre.
En francés, mere.
En inglés, mother.
En alemán, matter.
En sueco, moder.
En quechua, mama.

Si la primera palabra fue madre a su semántica quedaron soldadas para siempre pecho, leche, cuna, infancia, dulce, halda, regazo, caricias, besos, valores, principios...

Las crisis deberian estar gestionadas por esas madres que saben curarlo todo, a saber:  los males de amor con un beso a tiempo, la insurrección con una simple zapatilla, el hambre con un imposible  multiplicar  panes y bizcochos, la ignorancia con una simple letra, la fiebre con un  paño humedecido... porque es increíble, pero las madres lo saben todo y además son imposibles de engañar...Saben de nosotros más que nosotros mismos, sobretodo porque cuando nos  analizan (las buenas madres jamás juzgan)  utilizan el único juício que no se equivoca nunca que es el juício del amor.

Feliz día para todas, las presentes y las no presentes (que no ausentes), porque ellas siempre nos acompañan  estén donde estén, y gracias, especialmente, a la mía que me acuna cada día en ese corazón compartido desde el inicio porque principios hay que no tienen final.


LA MEDIDA DE MI MADRE Begoña Abad


LA MEDIDA DE MI MADRE

No sé si te lo he dicho:
mi madre es pequeña
y tiene que ponerse de puntillas
para besarme.
Hace años yo me empinaba,
supongo, para robarle un beso.
Nos hemos pasado la vida
estirándonos y agachándonos
para buscar la medida exacta
donde poder querernos.

Begoña Abad



Ayer

 Esconde tus manos, como si fueran garras de  usura, Esconde tu alma  como si fuera lodo feroz Oculta tus ojos, que nadie lea la vergüenza e...