jueves, 6 de agosto de 2020

Sedas y espartos

Llegaba desde una tierra cultivada entre caminos  de arena y yerba verde  con pies descalzos y andariegos que recorrian las sendas con alegria y se desplazaban entre la rocaya y el arenal seguros del terreno que pisaban sin descuido. A lo lejos ella resplandecía con una luz dorada y atractiva en una senda pulida y recamada de suavidades, plena de  aromas intensos de maderas fragantes, de barricas de  vino nuevo y roble antiguo. En ella se apreciaba el intenso trabajo del alquimista por conseguir decifrar el espiritu del vino sin que la fruta hubiera  siquiera fermentado en el jaraiz. Y yo que atravesaba los puentes y los puertos ahogándome sin otro  empuje que el de sobrevivir en medio de la hostilidad, me deslumbre ante su ciencia y su conciencia. Sin embargo,  los pies callosos no descansan entre sabanas de seda, se enganchan entre los hilos finos y se hieren entre los mimbres de la miseria.  Para los caminos pulidos y dorados son necesarios zapatos de tacón y medias de cristal con el brillo intenso de una pasarela vidriada. Todo era mentira.  Solo un espejismo de aquel desierto de renombre que tanto recorria con la lengua y al que yo no sabría  señalar en ningún mapa. Aún me ciegan las retinas sus palabras al punto que  solo puedo mirarla de lejos. Ella, con su parche de pirata se duele de las cicatrices al socaire que restañan al cierzo de marzo y yo lloro  sin consuelo expuesta al abrego de abril. Pero es que ella solamente ve la vida con un ojo tuerto que acomoda a un solo punto de luz. No se deslumbra porque esta acostumbrada a una sola direccion: La suya. La empatia, la compasión, la piedad, la bondad, la sinceridad y el compañerismo quedaron sacrificados en una finta de espada en su primera infancia. No la culpo de su miopía sino de la ceguera que  provocó en mi corazon.Este no infartó, se quedo ciego e inerte de mí y no reparó en la pata de palo con la que me empujó de nuevo al mismo mar proceloso, al  los puentes y los puertos que tuve que atravesar de nuevo, sin brazos, para ver la luz. 

Asi es la vida, nos permite germinar en tierra extraña y florecer entre cierzos y extraños aunque el sol no nos conozca y el rocio no nos alcance. Dentro de nosotros el agua dulce también es mar. Y si bien fue un reto salir del pozo aún guardo  algo de la poesía que de un modo u otro  posó en mi corazón, aunque lo hiciera sin querer o aunque ella no haya leido nunca los versos q sin saberlo escribió. Somos pluma y tinta. Todos escribimos  algo y somos escritos por alguien q pasa a nuestro lado y nos roza, lo intuyamos o no.

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