El desánimo abarrota los huecos
que la carencia taladró y
vuelvo al lodo (que no a tu lado)
donde los compañeros no puedan verme.
Horado la tierra en galerias
de cuerpo entero y
pierdo el tiempo,
reclamando espigas a la hoja verde
de las primeras esperanzas.
No hay retroceso
ni recomienzo
para el sol que nace,
para la nieve que cae
para el amor que se va.
Me siento cauce de un río que sigue
su sino sin detención,
por más que hoy solo soy a la vista los Ojos de
un Guadiana secos de la lluvia de invierno.
sábado, 3 de febrero de 2018
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