domingo, 23 de octubre de 2011
Querida Ana
Apenas han pasado cinco días desde tu marcha y apenas he podido dejar de llorar.
Supongo que nadie nos ha asegurado que la vida fuera a ser eterna, pero solo treinta años son apenas un soplo de aire que no da para levantar más que algunas hojas.
El domingo escribí sin saber que estaba a punto de ocurrir, sobre aquel día en que llena de miedo a tu miedo, te rapaste la cabeza y te colocaste el pelo nuevo. Aquel día en que no dejabas de mirarme como si quisieras taladrar mis pensamientos y descubrir si te veías guapa, si te veías distinta y si la gente que no te conocía lo bastante para saber de tu enfermedad podrían ver que algo había cambiado en tu imagen y en ti.
Mas incluso que los efectos desagradables de la quimio, te asustaba ver el temor que sentías, en los ojos de otros. Más tarde, las prioridades cambiaron y te soltaste el pelo, de verdad.
Que alivio, me dijiste, liberarme de querer tapar el sol con dos dedos, que alivio perder el temor a que pensarán. Y te concentraste en luchar con todas tus fuerzas.
¿Cómo podía imaginar que marcharías, así, tan rápido y tan silenciosa, tú que eres el bullicio y la alegría dónde vas?
Guardo para mi todas las risas, los llantos, los sueños, las ilusiones y tu mirada abierta y limpia, las horas compartidas, las llenas de sombra y las llenas de luz.
No tengo más lágrimas para llorar tu partida, tan solo un dolor silente y sordo y la necesidad de recordarte a cada rato.
Me queda el honor y la satisfacción de haber podido acompañarte en tus breves años, de mucha alegría compartida y muchos dolores mitigados. De lágrimas en mi hombro y en el tuyo. Me queda agradecerte tantas charlas y juegos, tantas horas de cariño recíproco, de confianza, de intimidad, de honestidad.
Sé que el tiempo acabará por situar los recuerdos y cuando el dolor se calme, podré aceptar tu marcha y dar gracias a la vida que me permitió disfrutarte desde tus primeros pasos y acompañarte en tus últimas horas.
No olvides que te quiero, no olvidaré que me quieres, mi niña.
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solo puedo intentar abarcar tanto dolor con un abrazo muy grande desde la distancia, cereza.
ResponderEliminarel dolor debe fluir, para que te permita seguir adelante y yo solo puedo acompañarte en él.
un beso muy grande.
un abrazo bien grande, Cereza.
ResponderEliminarUff...cuesta mucho encontrar las palabras en estos momentos, pero me asomo por aquí para dejarte un abrazo grande grande! Te seguimos de cerca en lo que quieras compartir. Beso
ResponderEliminarQ palabras tan llenas d dolor cereza. Solo transmirte tiempo y paciencia. El dolor duele y hay q pasarlo. Te lo digo por experiencia. Es muy duro, pero solo nos queda seguir.
ResponderEliminarUn beso.
MRosa
Ante tanto dolor sólo puedo enviarte mi cariño y un abrazo cálido...
ResponderEliminarTerrible es siempre la despedida última, pero nos quedan esos recuerdos y el conocimiento de que hemos amado y que nos han amado.. un saludo.
ResponderEliminar* Chicas, a todas, a punto de, morgana, Kika, Mrosa, Chris, Ico GRACIAS. Si los comentarios siempre son un regalo, hoy también los siento además como un abrazo y un consuelo.
ResponderEliminarGRacias, muchas.
Un abrazo Cereza y mucho ánimo en estos duros momentos
ResponderEliminar*Justine, muchas gracias por tu ánimo, guapa.
ResponderEliminarUn beso