domingo, 8 de mayo de 2016

Dientes de leche

Adrián esta perdiendo los dientes. Los guarda su madre en una cajita dentro del arca de las cosas de valor. Él ha dejado su pala en la mesa y la guarda con mimo encima de una servilleta para colocarla más tarde debajo de la almohada de su cama. Allí seguro que la encuentra el ratón como otras veces. Pero cambia de idea, como sabe que su madre es un poco despistada, se sube a una silla y lleva su tesoro a lo mas alto que alcanza de la alacena de la cocina. Allí estará más seguro.

Mientras su madre hace malabares para que coma el pequeño Álvaro que ha mirado el diente con una mezcla de curiosidad y asco, toca los suyos y corre a mirarse en el espejo. Comprueba que no le falta ninguno y vuelve a la silla de la cocina para acabarse el postre. Álvaro tiene tres años y curiosamente esa tarde se toma el postre sin rechistar.


Cuando cae la noche, Adrián sube a la silla y busca la servilleta que guarda su pala. Sabe que esta dentro de la taza para chocolate que no ha usado nadie desde que la colocaran en el altillo. Está seguro de encontrar su diente alli, pero cuando introduce la mano buscando el tesoro se percata con horror de que la pala no se encuentra allí.

El grito se escucha en toda el barrio. ¿Dónde esta su pala?  Pero que ha pasado?  Llama a su madre y le pide explicaciones, pero su madre no tiene ni idea de lo que ha sucedido. El drama es de Calderón y hay que buscar una solución antes de que aquella casa estalle. Rápidamente camina hacia el arca y busca uno de los dientes anteriores y lo tranquiliza diciendo que lo ha encontrado. Y aunque el que lleva es muy pequeño, a Adrián le parece su pala y lo deja en su habitación. El pequeño les mira con una mezcla de extrañeza y curiosidad.  El drama queda resuelto, el misterio no.

Adrián cae rendido en la cama y se duerme profundamente. Dormir a Álvaro es más difícil y suelen leerle un cuento cada noche. Hoy  no atiende a la historia, mira hacia la puerta del dormitorio  y a su madre. Si tuviera un diente de oro brillaria sin cesar. Su cabeza esta trabajando intensamente, como si maquinara algo. Algo que  no le cabe en el pecho y agarra la cara de su madre y la mira. ¿Qué pasa chiquitín?, le pregunta ella.
 Él la mira con los ojos brillantes, muy abiertos, y le dice:

-Nada. mami. Sabes, el ratoncito Pérez me va a traer esta noche un regalo!.
-No, Alvaro, le responde, el ratoncito Pérez  va a traerle un regalo a Adrián que ha perdido un diente y lo ha dejado en su cama.
-No, mami, el ratoncito Perez me va a traer un regalo a mi. Yo he conseguido el diente de Adrián y ahora esta debajo de mi cama.

Efectivamente, cuando la madre se agacha a buscarlo, lo encuentra allí.

Será posible el niño este? Después del dramón que hemos vivido!! El muy pájaro se ha callado y no se ha conmovido ni un poco ante la desesperación de su hermano.

- No, Alvaro, no será así. No habrá regalo.
- Sí, mami, el diente está en mi cama.
- Pero no es tuyo.
- Pero esta debajo de mi cama...

A la mañana siguiente, el ratón había dejado un regalo debajo de la almohada de Adrián. A Álvaro no le ha dejado nada y este está muy enfadado.

 -Ya te dije que el ratoncito Pérez sabe muy bien de quien son los dientes.

Ahora a  Álvaro el ratoncito ese le parece un impresentable y a su madre el pequeño le parece como poco peligroso.


1 comentario:

  1. No es listo Alvaro!!..jaja, si cae algo mejor que mejor, aunq empieza birlando un diente..y a saber que viene después:)
    No ha contado que el ratoncito se las sabe todas. No creo que colara que me prestara el diente y hacerlo pasar por mío..jeje
    Un saludo

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