jueves, 21 de agosto de 2014

No tendría que ser..

Desde la ventana de arriba las vistas son nefastas, solo es posible ver la parte de la alcoholera destruida y la chimenea de las cigüeñas. En otro tiempo no muy lejano allí se trabajaba, se producía, la vida jugaba  y el paisaje era más contaminante para el ambiente pero mucho menos para los ojos.

Cientos de palomas torcaces levantan el vuelo. Lo han invadido todo; ellas, okupas para las que no hay alambradas ni necesidad de pasaporte, sin escritura pública ni contribución urbana, campan a sus anchas y cada vez hay más. No me gustan las palomas, ni siquera la de la paz. De niña me daban miedo cuando entraba al palomar. No soportaba el olor, la oscuridad y el piar de los pichones: zurucutucu, zurucutucu...
 Si sigo mirando la vida sucia de afuera atraves de los cristales de la ventana acabare con ganas de lanzarme por ella.

Me fumaría un cigarrillo, lo he visto hacer en las películas antiguas y soy peliculera. Una mujer con cintura de avispa lleva el cigarro a los labios mientras mira por la ventana y reflexiona entre una cortina de humo.
Ahora ya no fuma nadie en el cine, afortunadamente. El asesino se reconoce enseguida, no es imprescindible que se llame Sebastián o Fermín, pero si el mayordomo fuma...

 Me gusta  la casa, el espacio está bien distribuido y tiene mucha luz y un patio amplio para poner una piscina pequeña y plantas, pero no me gustan las vistas y ni el lugar,  además sospecho que no va querer vendermela a mi teniendo otros compradores y no es difícil que los haya. El precio es muy bueno.

 De una parte del pasado han quedado unos pocos recuerdos, la mancha en el paño más fino, perder el dinero de la entrada a una especie de zulo a lo alto y un enemigo inmobiliario que finalmente ha encontrado la forma  mezquina de vengarse. Aún coletean los daños colaterales.
Tal y como sospechaba se las ha arreglado en dos regates para no vendermela.

 En el fondo me han hecho un favor (antes y ahora) los dos. El inmobiliario y ella.

2 comentarios:

  1. Dejar que decidan por nosotros cuando ante un dilema la balanza no acaba de inclinarse hacia ninguna de las dos opciones...

    ¿Por qué suele pasar con las casas?

    Leer tu comentario en mi semiabandonado blog ha inclinado la balanza hacia el esfuerzo por sacar tiempo e inspiración de donde sea...y continuar por la blogosfera.

    Gracias amarquesadas y un fuerte y aristocrático beso.



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  2. Las cosas suceden por alguna razón. Y la vida nos vive... Es simple... Suerte! :)

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