lunes, 22 de julio de 2013
De los Qujotes apócrifos.
Salieron cuatro mancebas camino de las famosas llanuras de la verde color a una hora poco prudente de primer mes del solsticio de la calor. Rudolf Pegaso caminaba a paso rápido y ligero, mucho más ligero que el acostumbrado, desde que el pienso que rumiara fuera del güeno güeno. Y antes de llegar el sol a la mitad del cielo amarraban carro y rocín a las rejas de la más afamada panaderia del campo de los Montielos.
"Quisieramos bella repostera, una barras del pan güeno güeno que por estos campos se manufactura con el cereal que venimos viendo recogido" dijo amablemente, manceba dos. Y llevada de la misma amabilidad aquella panadera de reciente manicura francesa, las condujo al horno donde las esperaba la sencilla mezcla de harina, agua, levadura y sal con la que calmar los azotes de la hambre venidera.
En el recorrido hasta la tahona las más macebas se vieron sorprendidas por unos botones de flor y sus capullos abiertos que las trasportaron a lejanas tierras allá por el Asia. La naturaleza sabia transportaba a través de huracanes tranquilos, semillas de aquel pio pio por todo el planeta. Por algo habia de ser!!
El aroma de la tahona elevaba los sentidos de manceba- yaya dos que no cesaba de repetirse para los adentros "que hambre que espera hartura no es hambre", mientras los pies se columpiaban doloridos por el agua fria del nacimiento y se les coloreaban los dedos pulgares de morado color.
De tanto en tanto observaban a las libélulas jugar a perseguirse y por el aleteo jadeante sospecharon se tratara de juego de amor.
No de tomar su opinion por ciencia porque apesar de su apariencia refinada y culta no distinguirían un borrico de un gato en cuestion de especies naturales.
Encontrado el lugar más sombreado de las lagunas y aparcado Pegaso convenientemente a sombra perpetua caminaron con el condumio en alforjas térmicas hasta la centenaria arboleda donde dieron buena cuenta del guen pan y el mejor jamón, queso de cabra, tomate y fruta del tiempo. El vino francés bastante amanerado les dejo escasa caudalía y sed de mejores caldos.
Alocadamente una de las jovenes macebas hubierase dado un baño aún sin esperar las prudentes dos horas de digestión, a no ser por los sabios consejos de la experiencia, que evitó un corte de digestión asegurado, y ella ni corta ni perezosa se alejó camino de otras cascadas y el regreso al campamento lo anduvo acompañada por la presencia, encantada y encantadora de un galán ya entrado en años. Caballero engalanado con medias negras y chaleco rojo encarnado, perilla pelusiana y bigotes dalinianos, sin rocín, sin Rucio ni escudero bajito. De amable aunque acentuada conversación buscaba por aquellos lares quienes por unas monedas desearan inmortalizarse junto a su caballeresca figura.
Lo que no se atreve ni a imaginar la imaginacion más atrevida lo pregunta entonces, no la ignorancia sino la curiosidad más tierna y alli fueron testigos los árboles centinelas y los gorriones del asombro, que aquella única pregunta ocasionó en nuestro quijotesco amigo.
Se trastorno el viento, los pajarillos dejaron caer las piezas sustraidas, los relojes giraron a izquierdas, el agua cayó y calló y cuando el buen hombre se repuso del impacto, se marcho a paso lento. Puede que mascullando algún hechizo porque no pasaron más de unos minutos cuando por mágico influjo se les trastorno el lenguaje a nuestras mancebas tal que en un pentecostes de lenguas de fuego inglés.
Mancebas comenzaron a hablar su idioma de tan extraña forma que pareciera que hubieran sido ellas las que vaciaron de cerveza de las veintidos fabricas de origen de aqueste señor y no él, y con notable punteria se organizo un tal guirigay de proyectiles lanzados y reutilizados tanto por un ejercito como por otro. Alguna yaya recibió un piñazo de mayor consideración, pero sin graves consecuencias (que tiene la cabeza dura) y arrebujadas tras las barricadas aguantaron la lluvia de palos y piedritas que les cayó. No hubo que lamentar perdidas materiales ni humanas en aquella batalla campal, que a las diosas gracias, acabo con la firma de "La paz de las lagunas" en aquel memorable día del solsticio de verano.
Alguien puede imaginar que pregunto la manceba r. u. a D. Alonso Quijano de la Manchas´s Canal para que se le cayeran de aquel modo los bigotes dalinianos?
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jejeje.bonita aventura y, ¡ cuanto odio el Quijote! me lo tuve que engullir en COU y al año siguiente durante la carrera en la universidad en dosis poco aconsejables ...
ResponderEliminarSi cuando digo yo que el verbo "engullir" es un verbo que solo debieran utilizar los pavos, tengo razones para hacerlo, jejejeje.
EliminarCon lo facil que era ver la serie de dibujos animados...
Un beso, ala.
El quijotesco caballero debe ser el mismo que vi, ya debe formar parte de las leyendas de las lagunas ;-) pero no puedo imaginar que le preguntó la manceba.
ResponderEliminarEspero que no nos dejes sin saber . . . .
Un petó Cereza,
Tú también lo viste!!!! Muy simpatíco el mister. :))))
EliminarEso, eso...cuenta...
ResponderEliminarYo leí El Quijote en una baja médica,( que pasé muuuuucho tiempo con una pierna escayolada... y no ponían en la tele nada interesante... ¿qué se le podría preguntar al Quijote?mmmmm... déjame pensar...
Besos.Lenteja
Jejejejejejejejejejejejjejejejje, qué poca imaginación, jejejejejejejejee.
Eliminarjajajajajajajaja... todavía se me saltan las lágrimas cada vez que recuerdo la preguntita... Tendrás que contarla, no?
ResponderEliminarUn beso.
Paloma Peña.
Contarela, contarela.
Eliminar:)
Es buenísimo Cereza!!!
ResponderEliminarVaya relato te has sacado de la "vacía" (no encuentro mejor envoltura para esa fuente de ingenios...)
Un abrazo y muchos besos
Gracias Esteticién, pero solo fuí cronista de un día muy divertido y la llamada "urbanita" que da mucho de si.
EliminarMil besos, guapa.
Preciosas tierras de la mancha, la Laguna deRuidera una maravilla, se nota que te ha influenciado las aventuras quijotescas que vivistes.. un beso
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