lunes, 14 de noviembre de 2022

Infancia

Cuando el sol se arroja sobre el abismo

la noche atropellaba nuestra cocina

y rugia con furia de león.

Las azucenas temblaban y se arropaban

en un circulo de tenue cristal que las cercenaba

sin piedad.

Solo se escuchaba el estruendo

de sus petalos blancos quebrados  caer.

El rugido del león nos congestionaba la sangre en la cara

y con la palidez de los copos de algodón

nos agostabamos de a poquito viendo arrollar la vida

mientras se nos desangraba el alma

y se desalmaba el cuerpo

en medio de un secarral sin hierba verde

ni espigas de pan. 






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