miércoles, 21 de julio de 2021

Raquel

 Desde hace días temo mi mano sobre el papel como si éste fuera una estela de ortigas. El pensamiento con zumba de avispa vieja viene a beber una y otra vez de la misma fuente amarga. Un hilo enzarzado en la mano  arrastra la pluma entre los dedos como por una sábana de esparto. Perplejo teme el pensamiento lanzarse al precipicio de las expresiones manidas, porque a esa altura del paisaje lo vulgar toma cuenta nueva y asusta plantarle cara y mirar sus ojos.

He tardado varios días en apurar la reflexión como si pudiera evitar reencontrar al verde de las primeras esperanza travestido y atravesado por el verde de la hiel. Hay momentos en que los días se tornan cronómetro interminable y la desesperanza recorre distancias inmensas con  pasos minúsculos justo en ese  tiempo en el que pretendemos parar el reloj y convertir los segundos en laberintos eternos. 

Sé que nadie pudo evitar tu partida. Sé que fuiste consciente con todos los sentidos de que tu propio cuerpo transformado en enemigo golpeaba con saña desde lo más íntimo hasta lo más profundo dejando a cada hora tu campo de flores y risas convertido en tierra arrasada sin remedio. De nada sirven los lazos y la red desesperada del amor que intentan retener la sabia que el dragón arrebata cuando en tus manos aún rebrojan las hojas verdes de la primavera. El verano se agosta recién nacido, se tornan otoño todos sus amaneceres y sobre las verbenas de julio nieva sin compasion tranformando el jardín generoso en un terragal marrón y triste plagado de barro donde no es posible bailar.

Al verano le faltan tus días, tú sonrisa inmensa,  tú mirada pícara, tu pestañeo rápido  y tu amistad sincera. Transpirabas seguridad, puerto seguro, caricia cierta, honestidad sentida y valores de casa limpia recién encalada. A la calle le gusta tu cadencia al caminar, tu reflexión apurada y precisa, y sobretodo, tu risa y esas ganas contagiosas de vivir. 

El cronómetro de la esperanza se ha parado de golpe y quienes trataron de hilar una vida aunque fuera a retales para ti, hoy  atraviesan el tiempo recorriendo todos los  milímetros de la ausencia.  Despacio tu vida trenzará el remedio a tu partida y revivirán entre el recuerdo y la añoranza durante muchos días. La nostalgia de hoy  mañana se convertirá en templanza, tu cariño será medicamento y lenitivo sobre ese dolor que solo tu recuerdo tendrá el poder de calmar. 

Que la distancia no sea para ti más que espacio de retorno. Que lleguen a tu espíritu las muestras de cariño que en kilates sembraste y recogiste, que no te apague la nostalgia y que sea el hilo  fluídico que te une a la tierra un lazo y no una cuerda. No te olvides de quienes hoy no dejan de pensarte a cada instante. Que el amor tenga más poder que la muerte. Que la tierra te sea leve como leve fuiste a la vida mejorándola siempre.

 Un abrazo

La vida era mejor contigo. 


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