El mal trabajador está siempre quejoso. Cuando no atribuye su falta a las herramientas, lamenta la lluvia, no tolera el calor, maldice la helada y el viento. Solo divisa las áristas de cualquier situación.
El buen trabajador, no obstante, comprende, ante todo, el sentido profundo de la oportunidad que recibió. Valoriza los elementos colocados en su caminos tanto como respeta las posibilidades ajenas. No depende de las estaciones. Planta con el mismo entusiasmo las frutas del frío y del calor. Es amigo de la Naturaleza, le aprovecha las lecciones, tiene buen ánimo, encuentra en la aspereza de la sembradura y en el júbilo de la cosecha igual contentamiento. Permanece en la vida sintiendo la oportunidad de su colaboración perfecta a fin de edificar donde se encuentra.
El día de hoy es la oportunidad bendita de trabajar, aquí y ahora...
martes, 15 de mayo de 2018
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Pajaros de desgarro
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Que certeras son tus palabras.
ResponderEliminarUn beso