domingo, 28 de noviembre de 2010

Ella II

Jugando una tarde en su casa nos subimos al desván, no es que hubiera allí nada de utilidad pues  estaba lleno de “penas” que era  de lo que estaban llenos los sótanos y los devanes, trastos que no servían para nada pero que en la escasez no se podían tirar no volvieran  aquellos tiempos que los mayores recordaban con terror.
Aunque eran sillas rotas, aperos llenos de óxido, botellas  sin tapa, alguna mesa cojitranca y llena de carcoma y toda la ropa y el calzado de años anteriores, para nosotras aquello eran verdaderos tesoros.
Allí solíamos jugar cuando no estaban sus hermanos, que usaban el desván en exclusiva y con la amenaza de los ratones nos tenían algo controladas y tenían la seguridad de que no entraríamos allí cuando ellos no estuvieran, aunque el miedo a los ratones  no era suficiente para alejarla  y yo estando con ella nunca tenia miedo..

Aquella tarde descubrimos, el motivo para que no les molestáramos mientras cualquiera de ellos andaba por allí.

El baúl de los papeles nos traia locas, ¿que secretos escondería aquel baúl para tenerlo con llave?
La curiosidad mata al gato y si nos llegan a encontrar con aquel destornillador forzando la cerradura del baúl,  hubiéramos sido gatas muertas.

Nos llevo algunos intentos abrirlo pero lo conseguimos.

Una decepción fue lo que  nos llevamos los primeros minutos, solo  contenía  ropa  vieja y algunos papeles,  ¡menuda birria de secreto, para eso tanta cerradura! a punto estuvimos de cerrarlo y marcharnos,  sino hubiera sido por que  uno de los papeles del fondo parecía una hoja rota de revista y al intentar  cogerla aparecieron  un poco mal escondidas el resto de las hojas..

Eran en efecto las hojas mal encuadernadas de  una revista, pero había más de una.
Eran algo diferentes a aquellas que hojeábamos en la consulta del médico, que eran las únicas revistas que conocíamos.

Nuestros ojillos infantiles (tendríamos entre 7 y 9 años) no daban crédito aquello que veían.

Si hoy se puede hablar de sexualidad  abiertamente, por entonces solo la palabra sexo era pecado mortal o mejor dicho ni se mencionaba,  que decir de aquellos señores y señoritas en cueros haciendo “aquello” que ni sabíamos que era, pero que desde luego no lo podíamos contar a las mamás.

Sabiendo que nos podían pillar con aquello nos pusimos muy nerviosas y cerramos el baúl, eso si nos llevamos la hoja suelta y buscamos un lugar seguro para mirarla y descifrar aquello.

Hace poquito tiempo en una charla de café con algunas amigas que hoy tienen niños y niñas de parecida edad a la nuestra entonces preguntaba si hablaban de sexo con ellos, en la medida que ellos preguntan y en lo que podían entender y la mayoría  para mi asombro dice dejar esa información para la escuela.
Saber distinguir los genitales masculinos y femeninos no es nada difícil para los niños, saber “que” es de niños o de niñas, tampoco, pero cuando las  preguntas son algo más profundas, los chavales notan la incomodidad de sus padres y dejan de preguntarles, buscan respuestas en otros niños o en otros lugares, y pueden encontrar cualquier cosa.
Y esto es muy peligroso, porque no solo nombrar los genitales o conocer métodos anticonceptivos y de protección es hablar de sexualidad, que hacer con las emociones, como gestionar la locura que nos trae el cuerpo cuando despierta, los primeros sentimientos, los primeros encuentros todo lo que tiene que ver con la vida y que no puedes gestionar sin información y sin confianza en los adultos.

Creo que aquella noche no dormí muy bien y no podía preguntarle a mis padres sobre aquello, vamos ni muerta.

Las pocas nociones que tenía sobre sexo se reducían a irme a la cama cuando aparecía un rombo en las películas que veíamos por televisión y el haber espiado a alguna pareja de novios besándose en algún portal.

Teníamos que volver al desván y ver aquello con calma y eso fue lo que hicimos, llevarnos una de las revistas en la primera oportunidad que se presento y desde luego perder la tranquilidad  con lo que sucedió después.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Ella I

Con todos estos comentarios que he oído y visto en estos días sobre los malos tratos me trae a un estado de ánimo un poco más triste que de costumbre, además hoy día 26 de noviembre una mujer muy especial en mi vida cumpliría 42 años.

Sí mi infancia y mi adolescencia fue algo complicada para ella fue mucho mas dura, era solo dos años mayor que yo  vivía a dos puertas de la mía, tenia cinco hermanos mayores  y una hermana pequeñita.
Su madre, Carmina se buscaba la vida como podía y el padre, Eugenio también se buscaba la vida pero para él nada más.

Contaban que en un viaje que hicieron a Barcelona con dos de los niños mayores pensaron dejarlos  en alguna calle de la ciudad y volver al pueblo sin ellos, estaban convencidos que los  recogerían y los adoptarían por allí, de hecho los dejaron en un puente y se largaron, serían dos bocas menos.
Al cabo de unas  horas volvieron al mismo lugar para ver si ya no estaban, pero los niños que tendrían 5 y 6 años entonces, no se habían movido de su sitio, estaban muertos de frío y de miedo pero estaban vivos y nadie los había adoptado aún.

Supongo que en algún lugar de su conciencia habría un resquicio de lucidez y regresaron con ellos.
Se que no compraron los billetes de tren, de que forma llegaron y como hicieron para volver no tengo noticias.


Si los malos tratos eran habituales en casa, al menos mi padre trabajaba  y  podíamos comer y vestir y jamás pasamos necesidades en ese sentido, ella no podía decir lo mismo, Eugenio pasaba borracho la mayor parte del día y sin trabajo fijo, conseguía alguna chapuza de cuando en cuando, pero claro eso no daba para comer tres veces al día ni siquiera para él.
La hermana mayor servía en casa de uno de los hombres con mas dinero de por aquí, y cuando sus hijas se marcharon a estudiar a  Madrid se la llevaron con ellas, enviaba algún giro de cuando en cuando.
Creo que no ha vuelto por aquí en más de tres o cuatro ocasiones desde entonces.

Los chicos trabajaban en lo que encontraban, porque el colegio no les gustaba, claro que  si en casa estaba el padre y la hebilla del cinturón, en el colegio se burlaban de ellos y les aislaban, preferían no ir y buscar trabajos eventuales  en el campo o en alguna de las
fabricas de madera que funcionaban entonces.

La abuela que también vivía en la casa, de hecho la casa era suya,  vendía platos, cacharros de cocina y  en una ocasión un cientos de pares de medias que había traído de no se sabe donde su yerno, con tan mala suerte que la policía les estaba siguiendo la pista y le obligaron a devolver a su legitimo dueño todas las medias que ya había vendido la pobre mujer.
No hubo mas remedio que volver casa por casa, y recogerlas con la promesa de devolver el dinero en cuanto pudiera, no recuperó todas las medias claro.


Ella era muy activa, un culo inquieto que no podía estar sentada mas de cinco minutos sin buscar algo que hacer, normalmente  ese algo también me incluya a mí y por lo que seguro me llevaba alguna galleta, desde colarnos a la casa de su tía y llevarnos las ciruelas del árbol que tenia en el patio o saltar de tapia en tapia, o alrededor del brocal del pozo (cada vez que lo recuerdo me da un escalofrío), hacer rabiar a cualquiera de los pequeños que jugaban en la calle, y si llegaba el caso hacerle burla a Evaristo, que era un señor mayor con muchas malas pulgas, pero no  tan rápido como para alcanzarnos.

Evaristo era el único de la calle que tenía teléfono, todas las conferencias las ponían los vecinos en su casa y recibía todos los recados, hasta que en mi casa también fuimos modernos y tuvimos uno, y poco tiempo después cuando se marcharon él y su mujer a casa de los hijos porque estaban muy mayores, las conferencias y los recados pasaron a mi casa.
Así nos enterábamos de las riñas con los  novios de las chicas, de todos los problemas que tenían los chicos en la mili, como el teléfono estaba en el comedor y a menudo llamaban a la hora de comer, compartíamos las inquietudes con todo el vecindario.

Evaristo me quería mucho  a pesar de las veces que le hacia correr y nunca se chivaba a mi madre por ello “ese diablillo amiga tuya no es buena compañía”- me decía.
Y sí, tenia razón, que yo era un peazo pan, pero la hubiera seguido al fin del mundo, y a punto estuvo de ocurrir.

lunes, 22 de noviembre de 2010

I did be very tired

Por más que me mirabá con aquella cara de espanto no se hacía la luz en mi cabeza
Una sombra muy espesa se estaba extendiendo por momentos entre nosotras.

¿¡Pero que podía haber hecho tan grave para esa mirada, ese ceño entre decepción y espanto, apoyandose sobre la mesa para no caer,  con mi última folio entre sus manos?.

Sí, es cierto que últimamente he estado un poco menos activa, no he cumplido igual con mis deberes,  pero ¡¡ay no me mires así!.

¿Que no te mire? ¿que no te mire así?- me dijó- sí es que no me lo puedo creer cuatro años juntas viendonos dos veces por semana,  ¡casí una hora y media de cada lunes y miercoles!, pensando que no perdía mi tiempo contigo y pones en el título de la redacción  I did be very tired!.

Tiene razón, pero es verdad que estaba muy cansada y no daba para más, pobrecita, espero que apruebe en las próximas oposiciones, aunque dar clases a mujeres torpes no la vaya a ayudar!!

sábado, 20 de noviembre de 2010

Me estoy manifestando, por si no se habia notado antes.

Esto de crear un blog es algo que no tenia previsto, no era un objetivo para este 2010 pero ya que estamos, estaremos.
Soy blogoadicta desde hace algunos meses, me encanta entrar en esas "casas abiertas" y mirar lo que hay en ellas, algunas blogueras me han invitado a pasar hasta la cocina, otras me reciben desde el telefonillo y en otros lugares me he acomodado en el sofa, me he cogido las palomitas y les pido que me dejen quedarme a dormir, es un lujo poder sentirte como en casa, incluso mejor que en casa
Yo tambien quiero dejar las puertas y las ventanas abiertas para que entre el sol,  aunque de momento creo que va ha ser lo unico que entre por aquí.

La madalena de Proust: una percepción evoca un recuerdo intensamente

 A veces, cuando el duelo termina, cuando se acepta la pérdida y la alquimia del tiempo transforma la ausencia en nostalgia,  el recuerdo s...