miércoles, 19 de mayo de 2021

Lili

 Lili bajó de una nube una tarde de verano y sol. Tal vez por eso era contradictoria o diversa, vaya usted a saber. Su nido se encontraba en un ático estrafalario lleno de tondos que miraban al mar y lo guarecian del cierzo. Tal vez por eso, por haber nacido en medio de las fiestas de agosto o quizá por ser la cuarta hija de unos soñadores con sombrero y paraguas Lili desarrollo muy pronto unas enormes ganas de jugar en un ambiente menos real que aquel que ofrecia la escuela. Sus pequeñas amigas la oían, porque la escuchaban poco, hablar de los gatos dibujado en su edredón y de como cada noche les abria la ventana y ellos salian a los tejados para mirar la luna, o como los pájaros de su cabeza se levantaban cada mañana y hacían nidos en las lámparas del salón.  Las amigas de Lili no podían creer que cada día viniera con un cuento diferente que nadie podia creer por eso aquel día que  Lili apareció con su pelo lleno de cintas de colores y su falda de flores contando como despertó ciega aquella mañana, como ciega se vistió y se cepillo el pelo, como llegó ciega a la escuela y atravesó el patio del colegio sin tropezar con nada y como de forma milagrosa nada más atravesar la puerta de la clase habia recuperado la vista, se enfadaron.  Quien sabe porqué, tal vez porque sus amiguitas no habían vivido nunca en un ático cercano a las nubes o porque los gatitos dibujados en sus colchas no tenían por costumbre hablarle a la luna, no la creyeron. Hartas de oir tantas historias fantásticas fueron a contarle a la maestrita que Lili no hacía caso y habia vuelto a contar cosas que nunca  habían sucedido y que no podían creer. La maestra que tampoco tenía gatos en su vida ni pájaros en su cabeza se alió con las amiguitas y nada más que Lili entraba por la puerta de la clase después del recreo comenzaron a corear:

-Mentirosa, mentirosa, mentirosa...

Lo repitieron tres veces o un múltiplo de tres, lo mismo da, el caso es que cuando Lili las oyó también las escuchó y paró en seco en la segunda baldosa que se encontraba al lado de la puerta. Una marea de mar proceloso se arremolinó en su pecho y subió a sus ojos azul amanecer. Entonces una ola comenzó a balancearse en su párpado inferior desde el lado de la nariz  al otro lado cercano a su  oreja amenazando con caer. Lili intuía que si parpadeaba lo más mínimo aquella gota se convertiria en una catarata que podría apagar la luz y el calor de su corazón. Contuvo la respiración sorbiendose los mocos, llevó sus manos al pecho y se concentró profundamente para no dejarla caer. De pronto y sin saber como llegaron  ni quién les habría avisado de que su compañera estaba en peligro la habitación de la escuela se llenó de los pájaros de su cabeza  y de los gatitos azules del edredón, de las flores de las macetas de la terraza y de las nubes que la acunaron aquel día de agosto en fiesta y todos ellos comenzaron a flotar por el aíre de la escuela. Lili  les vió llegar y les sonrió. ¿los veis? ¿Veis como es verdad lo que os cuento? ¿Veis como han venido todos? Sus pequeñas amigas no veian nada, no entendian nada e ignorandola se volvieron a sentar en sus pupitres de madera mirando las paredes blancas de la clase y la pizarra negra. Desde luego Lili no tenía remedio.  La gota de mar que amenazaba con caer fue absorvida por una nubecilla de azúcar que rozaba su mejilla. La maestra ajena a aquella fiesta mandó abrir el libro por la página treinta y cinco y los niños cantaron las tablas de multiplicar una por una hasta la hora de salir de  clase y volver a casa.

Hay quien piensa que los niños cuentan mentiras  pero  los niños no mienten, los niños inventan historias. Escucharlas es conocer su mundo interior y comprenderlos.

Ayer

 Esconde tus manos, como si fueran garras de  usura, Esconde tu alma  como si fuera lodo feroz Oculta tus ojos, que nadie lea la vergüenza e...