domingo, 10 de junio de 2018

Rosalina

Era el agua transparente y quieta de un mar tranquilo;
se intuía pantano.
Era el helado de fresa de una tarde de verano;
se creía filo de hielo.
Era aceite bueno en el pan moreno;
se afirmaba migaja de cedazo.
Era la oquedad de la taza conteniendo el café;
se sentía vacía.
Era palabra de menta balsamizando el aire;
se ahogaba en humo.
Era caricia de viento fresco en el rostro franco;
se imaginaba calima de arena hirviendo.

Era sana como un roble,

aunque sus heridas supuraran penas.

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