Cuando los deseos ansían ser necesidades
se dejan crecer hilos de esparto entre los dedos.
Necesitan certidumbres y avales,
sueñan con calendarios oficiales,
relojes automáticos,
proyectos cerrados...
Desean la seguridad de las cuerdas atando las manos.
Acariciando, arañan.
Escarban cuando abrazan.
Ahogan cuando la lluvia del cielo los alcanza.
Enzarzan tiempos y versos alrededor de una vida
de pretendidas certezas,
llenos de dudas que agitan sus almas
como pájaros sin alas en medio del secarral.
No reverdece el campo,
no da sombra la encina,
no hay paz en el hogar.
Cuando los deseos no desean nada
no les nacen alas, sino incertidumbres,
suspiran como necesidades imprescindibles,
revierten en sí mismos travestidos de un querer insaciable,
hinchados de frivolidad.
Hilos de esparto.
Corazones de estera.
Tú nombre arañando el viento
entre mis escombros.
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