martes, 20 de mayo de 2014
Campo de batalla abierto sol a sol
No terminan las guerras cuando se acaban las balas, cuando se ha destruido el último tanque, ha caído el ultimo avión, se ha hundido el último barco, no hay mas territorio que someter o ha muerto el ultimo de los combatientes del campo contrario. Continúan con una artillería diferente, con los mismos parámetros de destrucción total del adversario, con la misma ideología repetitiva y condenatoria. Una idea que se protege y se mima como si de ella dependiera la vida y la depende. No se termina la guerra porque no se termina el odio que se alarga en el tiempo como una niebla espesa y negra que contamina la ciudad, que ni permite ver ni permite respirar. No se termina la guerra porque quien conquista con las armas no convence con los hechos y necesita sostener su mentira de bando ganador como si la cantidad de balas por persona garantizara la adhesión voluntaria del contrario. El bando ganador no perdona ni siquiera después de que el campo de batalla este lleno de cadáveres y siguen golpeando a vivos y a muertos, a los unos con los otros como si todos siguieran vivos porque han hecho de su guerra su forma de vida, su sentido de existir. La guerra no acaba con las firma de rendición en un papel, se continua bombardeando población civil sin miramientos, sin compasión y sin otro fin que acabar con el enemigo aun muerto para no permitir que el enemigo olvide ni perdone. No dejar perdonar ni olvidar porque vivimos de nuestra guerra y para ella; porque la llevamos en el corazón y en el bolsillo y allí guardamos artilleria nueva y bombas de racimo con forma de muñeca y mariposa, para que caiga la guerra entre los recién llegados que antes de nacer son adversarios, para cazarlos en la misma red de odio que nos mantiene ricos y protegidos, porque nos dijeron que si ellos comen nuestros hijos pasaran hambre y eso nos ha vacunado frente a nuestros actos y nuestras conciencias. Sobretodo frente a estas.
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25 noviembre
Las mujeres han existido desde siempre, como las vasijas y el ajuar; un poco menos que los árboles y las gallinas y un poco más que las es...
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cuánta razón... y qué tristeza.
ResponderEliminarLa herencia de la memoria y el odio, como si formara parde del ADN.
ResponderEliminarIncluso en las guerras debe existir un código de honor de respetar al enemigo y de no cebarse en él una vez derrotado, .. las peros guerras son las que une libra consigo misma .. un beso
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