Martina sentia una verdadera adoración por los rituales. En su caja de los milagros se podia encontrar de todo: cintas de colores, velas, piedras volcánicas, plumas iridiscentes, bigotes de gato viudo, pétalos de flores de nieve, estampitas de todos los santos y santas nacionales e internacionales.
Conocía todos los ritos habidos y por haber. Ante cualquier decisión, por nimia que fuera, abría su libro de hechizos y el ritual de turno le proporcionaba la seguridad que no hallaba en si.
- No le hago daño a nadie.- respondia siempre que se le cuestionaba su "vicio".
Desde poner una cinta verde y tres velas blancas junto a la foto de la abuela en las revisiones médicas hasta encende una velita azul para aprobar los examenes; agua a serenar en la noche de San Juan, maravillosa para las arrugas; escribir el nombre de quien le gustaba en un papel de seda de lunares y envolverlo con cinta roja; tres deseos escritos en un papel de charol fusia con un rotulador color champan y dejarlo macerar junto a los bigotes de gato viudo las tres primeras noches de luna nueva...
Se volvia loca a última hora del dia de nochevieja tratando de encontrar unas bragas rojas; naturalmente tomaba las uvas y algún año estuvo a punto de estropearnos la noche cuando olvidó que la copa de cava llevaba su anillo de oro y la bebió de un trago, porque hacerlo de esa manera también traía suerte.
Nada la detenía en su busqueda, ni subir a un monte helado en chanclas, ni atravesar un rio atestado de pirañas y cocodrilos para encontrar una piedra especial o robarle el incisivo superior a algun saurio si era imprescindible para su "felicidad".
Una mañana Martina escucho hablar a dos ancianas mientras esperaban la llegada del autobús.
-Uhm, parece que hablan de algún un ritual colectivo que desconozco!¡¡para cambiar hasta el precio de la luz... nada menos...acercaré la oreja.
En resumen lo que escuchó puede resumirse en:
Salir a pasear una mañana de domingo; buscar un papel blanco, rectangular con algunos nombres escritos en negro y ponerlo en un sobre blanco, cerrar el sobre y depositarlo en una cajita de cristal con o sin tapa rosa; dejarlo sumarse a otros deseos depositados allí. Agitar y esperar.
Qué decepción inundó a Martina. Es imposible cambiar la vida con un hechizo tan pobre. Si al menos hubiera que llevar bragas rojas todavia, pero tan fácil no puede ser. Y aquel domingo no salió de casa no fuera a ser.
lunes, 26 de mayo de 2014
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25 noviembre
Las mujeres han existido desde siempre, como las vasijas y el ajuar; un poco menos que los árboles y las gallinas y un poco más que las es...
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Las mujeres han existido desde siempre, como las vasijas y el ajuar; un poco menos que los árboles y las gallinas y un poco más que las es...
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Esconde tus manos, como si fueran garras de usura, Encierra tu alma como si fuera lodo feroz Oculta tus ojos, que nadie lea tu vergüenza ...
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Ya no pesan nada, aparcados en la celda estéril de un orfanato huérfanos de esperanza y futuro se deslizan fugaces y leves como una pluma Y...
Una pena que tantas Martinas desilusionadas se quedaran en casa.
ResponderEliminarY sigo sin entender el porqué de ese quedarse en casa. Se achaca al desanimo, a la decepción pero se ha visto en estas elecciones que se puede mover el tapete. Ese lloriqueo constanten de la sociedad que mira hacia otro lado y tiene vocación de víctima pero ni lo más mínimo se decide hacer.
EliminarNo lo entiendo. Es tan fácil como salir una mañana de domingo e introducir una papeleta en una urna. Se creyeron de niños que un pinchazo de la aguja puede hacernos dormir y un beso despertar. Al parecer la mitad de la población sigue esperando que el principe se presente en su casa con un caballo blando y les cambie la vida.
En fin..
Un beso, Rosa M.
Por lo que veo alrededor hay mucha abstención entre los más jóvenes, aunque sea para mostrar la disconformidad con todo, y con todos, mejor ir y meter el sobrecito.
ResponderEliminarUn petonet,