sábado, 1 de agosto de 2020

Entre el recuerdo y la ausencia

Con los ojos cerrados vuelvo a recorrer la linea de tu mano, el perfil de tus dedos, la piel que me conmueve.

 Con los ojos cerrados escucho el latir de tu corazón expresado en cada mirada, en cada sonrisa tuya tierna y verdadera.

 Con los ojos cerrados vuelvo a verte y a sentir tu presencia tan cerca de mí como tu aroma. 

Con los ojos cerrados te cuento como las plantas de agua florecieron en agosto y sus flores blancas perfumaron todo el patio.

 Puedo contarte de los pequeños, de como hablamos de ti y les conmueve tu historia,  puedo traerte noticias de tus muy queridas  amigas y de como me visitan con las primeras flores de la primavera para colocarlas a tu lado con la sinceridad del gesto más entrañable.
Te echo irremediablemente de menos y a veces lloro. Y sabes, soy muy llorona. Lloro por todo y algunas veces por nada, pero nunca lloro como si no tuviera esperanza. No me enseñaste a perderme y gano siempre. Aunque llore. Y te aseguro que cuando hay que arremangarse, no dudo. Y cuando hay que apretar los dientes, o empujar el carro no me evado. Mantengo esa sensación dulce de nuestra convivencia, de nuestro entendimiento y si la vida me deja boca abajo algunos días tu recuerdo me pone irremediablemente de pie. Vivo entre el recuerdo y la ausencia, trato de ser valiente. Sé que si alguna valentía me visita, sigues siendo tú, mirándome, como siempre, con los ojos muy abiertos.

Te quiero, mamá.





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